sábado, 31 de marzo de 2007

Adiós Irlanda!

No hace mucho que he vuelto de la Isla Esmeralda...otra vez. Lo mio con la isla es como una enfermedad. La verdad es que ahora mismo estoy empezando a recrear esa relación de amor-odio que surgen entre los grandes amantes, entre las grandes pasiones. Es esa delgada línea entre el amor y el odio.
Irlanda ha sido "mi amante" durante casi 10 años. Allí he encontrado las respuestas a muchas preguntas. Mi viaje iniciático comenzó y terminó allí. Aprendí a estar sola. Aprendí a conocerme a mí misma. Aprendí a asumir mis miedos...
Irlanda ha sido mi refugio durante todo este tiempo. Ha sido mi bocanada de aire fresco; el respiro de mi realidad asfixiante.
En Irlanda descubrí probablemente lo más parecido a tener una vocación. Empecé a leer de una manera distinta.Y así, de repente, me di cuenta de que leía a ciertos autores con algo de envidia. Comencé a escribir. Allí no escribí las mejores cosas, pero fueron unos comienzos muy apasionados y fructíferos. Aprendí a leer y releer mis trabajos, y a tener el criterio suficiente como para ser capaz de tirar aquello que no era suficientemente bueno (si bien con los años me he vuelto más dura conmigo misma...). Y fue el descubrimiento que más feliz me ha hecho en mi vida...probablemente.
También fue en la Isla dónde aprendí lo que era el amor de verdad, o al menos me enamoré por primera vez. Fue el amor más intenso que he sentido nunca, y por ello el desamor que vino con él fue, también, una de las lecciones más duras que he tenido que aprender.
Pero, aunque aún faltan un par de meses para que abandone la Isla, ha llegado el momento de despedirme. Tengo que decir adiós a muchos sueños ligados a ella. No lo digo con desesperanza; es como esa relación que sabes que no funciona a pesar de que haya mucho amor. Siempre te quedará esa pequeña sensación de que no lo has intentado lo suficiente, o que al menos lo podrías haber intentado un poco más. Pero en el fondo, sabes que es el paso que tienes que dar para conseguir que tu vida avance. Nunca olvidaré todo lo que ese pequeño país, y en concreto mi adorada Dublín, me ha dado. Sin embargo, sé que ha llegado el momento de despedirme de ella y de todo lo que ella implica.
Adiós mi adorada Eire! Adiós Dublín! Adiós!



(*) Siento mucho haber tardado tanto en actualizar todo esto. Pido disculpas, así mismo, por las posibles faltas y carencias que puedan hallar en este texto. Estoy desentrenada, pero espero ponerme al nivel adecuado en las próximas semanas. He echado mucho de menos, sin embargo, escribir en este, mi pequeño espacio.