viernes, 30 de noviembre de 2012

Si los mayas tuviesen razón

¿Qué pasaría si el fin del mundo estuviese cerca? ¿Qué harías si tus días estuviesen contados?

Según los mayas el fin del mundo será dentro de unas semanas. No es a la primera profecía que sobrevivimos; pero ¿y si fuese verdad?

He preguntado, y las respuestas son variopintas: No pensar. Beber como una cosaca. Tirarse de la estratosfera. Dormir. Estar con la gente que quieres. Decir lo que piensas. Todas tienen un denominador común: ser libre, o sentirte libre. Así que yo me pregunto, ¿a cuánta libertad renunciamos a lo largo de nuestra vida?

Cada uno tiene su idea de lo que significa ser libres. Para unos la libertad está ligada a un estatus social, económico o civil. Su libertad depende de cuántos ceros hay en la cuenta o de si en su DNI pone soltero o no. Otros dicen que la libertad, como la felicidad, depende de las cosas pequeñas. Una sonrisa cuando llegas a casa, no tener oficio ni beneficio, tener el mundo por montera o sentarte a tomar una copa mientras el mundo entero se desmorona. ¿Son estas cosas incompatibles?

Me he sentido muchas más veces atada que libre. Más que atada condicionada; condicionada por la expectativas de los demás sobre mí, por mis expectativas sobre los demás, por mis expectativas sobre mí misma. Defiendo y enseño que tener metas en la vida es necesario, pero me pregunto si no es un error dejar que esas metas rijan tu vida. Por mucho que últimamente me vea capaz de improvisar más, si pienso que el fin del mundo puede estar cerca, me planteo si no me estaré equivocando en ponerle un rumbo rígido a mi vida. Dos minutos más tarde ya estoy convencida de que es lo que tengo que hacer....

Sin embargo, si los mayas tuviesen razón, mis tornas cambiarían por completo. Cometería todos los excesos que ahora no cometo; cometería todos los errores que tengo miedo a cometer; cometería una y otra vez errores que me he prometido no volver a hacer; esos errores que ahora no me dejarían seguir adelante en mi camino. Pero si no hay camino.... Le diría a todo el mundo que me importa que lo quiero. Pediría perdón por haber hecho daño a alguien. Y también pondría en su sitio a algunas personas. Dejaría de trabajar pero enseñaría todo aquello que he aprendido y que pueda servir de algo cuando el mundo se acaba. Amaría tanto que doliese.

Todo son cosas que ahora, si el mundo no se acaba, no me puedo permitir. Ni material ni emocionalmente. No vivo contenida, pero sí trabajo duro en busca de un futuro mejor. Pero si el futuro no llega, ¿me arrepentiría de algo? No. El pragmatismo es lo que tiene. Tus decisiones son meditadas y sopesadas para que no tengas que arrepentirte de ellas, ya que sabrás a ciencia cierta, que de todos los caminos posibles escogiste, sin duda, el correcto. Aunque el camino correcto no siempre sea el más fácil

lunes, 26 de noviembre de 2012

Desparejadas

Pues sí señores, llega un momento en la vida de toda mujer desparejada (y digo desparejada porque el término soltera se refiere a un estado civil y no real) en el que, después de la consiguiente ruptura, se asienta y se siente feliz con su nuevo estatus.
De pronto, encontramos placer en pequeñas cosas de las que ya no disfrutábamos; desde la más pequeña como puede ser ver las películas en V.O. (mi caso) hasta la más grande: el silencio mientras lees un libro. Y entre estas dos hay muchas más que van desde no planificar todas y cada una de las comidas del día ni los fines de semana, hacer que todos tus horarios coincidan con los de esa otra persona, etc. Personalmente, había perdido mi capacidad para improvisar algo más que no fuese la cena. No la había perdido del todo, pero mucha sí. No es que lo haya hecho conscientemente; pero al fin y al cabo mi tiempo libre giraba en torno a él. ¿Qué va a hacer? ¿Trabaja? ¿Habrá cenado? ¿Querrá salir? A mí no me apetece, pero si no no paso tiempo con él.... ¿Os habéis parado a pensar en la cantidad de tiempo y energía que perdemos haciéndonos todas estas preguntas y planificando tanto detalle? Además, es todavía más frustrante cuando te das cuenta que esa persona no hace lo mismo por tí. Pero bueno, mea culpa por esperar eso.
Así que cuando te encuentras desparejada, una vez pasado el período de luto más oscuro, sales a la luz. Y te das cuenta en todas las cosas en las que puedes usar esa energía nueva, y todo ese tiempo que antes te sobraba ya que sólo lo empleabas para fustigarte. Vuelves a hacer cosas que no recordabas que te gustaban; vuelves a disfrutar de pequeños detalles.
Para mí la clave es un desorden ordenado. Parece paradójico, pero no lo es tanto. He conseguido poner cada cosa en su sitio, priorizar y atender cosas que había descuidado,mi trabajo, por ejemplo. El agotamiento emocional nos descentra de cualquier otra cosa en nuestra vida; y parece que el resto no tiene importancia, porque en ese segundo que estás bien sientes que no puede haber nada mejor por lo que respirar. Y aunque siempre he defendido a capa y espada que todo ser humano debería sentirse realizado plenamente como persona, yo misma me he olvidado de hacerlo. Una vez que he puesto las cosas en su sitio me siento capacitada para desordenarlas si quiero. No tengo miedo a hacerlo. No tengo miedo a que todo mi equilibrio se rompa porque mi equilibrio depende de mí.
Me han llamado alguna vez "control freak", y la verdad es que no puedo culparlos. Antes no me gustaba que  me definiesen así (sobre todo por lo de freak, supongo), pero hay algo de razón en todo eso. Necesito tener el control del 80% de mi vida; saber por donde voy, por donde piso, a dónde me dirijo. Pero tambien soy dueña de las decisiones que tomo: si quiero cambiar el rumbo lo hago, sin miedo. Me pongo metas pero siempre siendo consciente de que puedo cambiarlas por algo mejor antes de conseguirlas; y también dejando hueco para lo inesperado. Al fin y al cabo, tener un negocio con los tiempos que corren te hace un experto en improvisar y en lidiar con lo inesperado.
Sin embargo, no todos los días son zen. Todavía hay días en los que desearías que todo lo malo volviese sólo para tener lo bueno también. Pero cuando eso pasa no tarda mucho en llegar algo, un email de trabajo, una propuesta de salida con amigos, o más trabajo (mi caso) que te hace conectar de nuevo con el planeta Tierra.

martes, 23 de octubre de 2012

Luto

Cuando se conocieron él no era su tipo y se lo dijo abiertamente. Pero lo que ella no sabía era que él y su orgullo iban a hacer que cambiase de opinión más rápido de lo que pensaba. Amanecía cuando se dieron el primer beso de muchos, y a ella le pareció el más natural de su vida; casi como si llevase toda la vida esperando aquel beso.
Él le dijo su primer te quiero una semana más tarde. "Precipitado", pensó ella, "pero me gusta escucharlo". El de ella tardó mucho más. Quería estar totalmente segura de que lo sentía de verdad. Y así fue. Cuando llegó por primera vez no fue capaz de cambiarlo nunca más.
Él fue una sorpresa en su vida. Con él llegó la paz, la risa, la seguridad, el sexo y el amor. Pero sobre todo la naturalidad; la cotidianidad con una persona que no había tenido nunca. Con él se fue el miedo a ser ella misma, a ser una decepción, una niña. Con él llegó la apertura de miras, la sencillez y los planes mortales. Con él llegó la pasión continua, el olvidarse de comer y hasta casi de respirar. En él vio amor de verdad, del que te hace pensar que es inagotable, en todos y cada uno de los aspectos. No importaba cuantos hombres conociese, porque siempre se decía a sí misma que no había ninguno por el que lo cambiaría. No importaba cuánto la hubiesen halagado cuando salía sin él porque el mayor placer de todos era volver a casa y meterse en la cama con él, despertarse por la mañana en domingo y, sin moverse, contarle las anécdotas de la noche sin él. Los dos se reían. No había celos. No había desconfianza.
Pero un día algo cambió. Ella no supo muy bien cómo ni por qué. Sólo cambió. Y aunque sentía que él la quería todavía, él estaba cada vez más lejano.
Por un tiempo los dos se agarraron a lo que tenían. Y ambos intentaban evitar lo inevitable. Pero llegó. Y como en las enfermedades largas los cuidados paliativos no sirvieron de nada más que para alargar el sufrimiento y la agonía de algo que estaba muriendo.
Y murió.
El luto que viene después cada uno lo sobrelleva como puede. Hay quien no llora y tiempo más tarde se encuentra devastado por una historia trivial y ajena al motivo de su luto real. Hay quien llora antes de que muera, y el golpe parece algo menos fuerte por ser algo más predecible. Hay quien prefiere olvidar, como si eso realmente no hubiese pasado nunca. Y hay quien llora antes, durante y después, que sabe que olvidar no es posible, y que sólo le queda esperar a que el dolor de la pérdida vaya disminuyendo con el paso del tiempo.
No sé si como dice Sabina "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió" es cierto. No sé si no es peor añorar algo que tuviste y que sabes que no va a volver.
Lo único cierto de todo esto es que hay muchas historias como esta, pero todos pasamos el luto a nuestra manera.

martes, 25 de septiembre de 2012

Tengo la edad en que la certeza caduca

Hay cosas que no entenderé en la vida. Y es que estoy en esa edad en que la certeza caduca, citando a Jorge Drexler. Y lo primero que no entiendo es a mí misma.
Vivimos tiempos convulsos y de revolución; una oportunidad de vivir y hacer historia. Ya no es una época gris en la que parece que no pasa nada. Ahora vivimos en un color: Rojo, sangre y pasión. La gente sale a la calle y protesta y se indigna y se pelean y reciben palos metafóricos y literales.
Vivimos una época de sobreinformación. Tanta, que no sabemos lo que es real y lo que no. Somos críticos con todo y con todos; y el que más y el que menos tiene alguna opinión formada de lo que pasa o lo que pasará. Es curioso ver a tanta gente informada de algo que no sea la página de sucesos o la prensa rosa...
Pero la vida está llena de tantas cosas....

Una pequeña personita como yo, que siempre se ha sentido bastante comprometida, que se indigna y se preocupa con facilidad, se siente sorprendida por la vida en general; por los extraños giros que da, porque llega un momento en el que cuando parecía que todo estaba claro de repente no entiendes nada.
Y es esa edad en la que te sientes casi tan perdido como cuando eras adolescente, pero con la infelicidad que el conocimiento conlleva. Cuando eres adolescente sientes que tienes un mundo por delante; tantas experiencias nuevas...A mí me quedan muchas cosas por vivir y muchas experiencias nuevas, pero hay ciertas primeras veces que ya no volverán, ni las buenas ni las malas. Que no vuelvan las buenas te hacen sentirte ciertamente melancólica, y que no vuelvan las malas te convierten en una pequeña cínica.
No es cumplir años lo que nos deprime (o al menos a mí personalmente) si no la pérdida de partes de tu inocencia. Es la inocencia lo que realmente añoramos del pasado; y el asentamiento del recelo lo que tememos en nuestro futuro.

Hace poco me dijo una amiga que sí que era cierto que nunca llegas a conocer a alguien. Si es así, ¿cómo afrontas el futuro? Mientras las cosas que te queden por descubrir de una persona sean buenas somos capaces de ser optimistas, ya que pensamos: "Me va a sorprender mucho en el futuro". Pero, ¿y si son malas? ¿Y si lo que creías saber de esa persona llega un día y es todo incierto?

La gente, cuando les preguntas estas cosas, te dan consejos contradictorios: "No puedes vivir tu vida pensando en eso", pero "No tropieces dos veces en la misma piedra". ¿Cómo saber si es la misma piedra?

Así que ya no hay certezas...No tengo ni siquiera garantías de que mi pasado haya sido del todo verdad. Y digo del todo, porque hay una pequeña parte que vives y que eso nadie te puede quitar. En algún momento has tocado y te han tocado. En algún momento has besado y te han besado. En algún momento has llorado, y en otro has sido inmensamente feliz. No importa lo que piense nadie, ni siquiera tú misma, porque como dice una canción "sometimes my mind plays tricks on me". Importa lo que sientes y has sentido, ni siquiera importa si lo ha sentido otra persona contigo o no ya que nunca estarás 100% segura de que lo haya sentido de verdad.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Diccionario de frases tópicas típicas

Ay queridas y queridos, ¿cuántas veces habremos oído o dicho las mismas frases para romper algún tipo de relación? Esas fantásticas frases que rezas porque a tí no te digan, o que cuando se lo dicen a una amiga siempre te sale del alma un "¡Venga ya!".
Aún así no importa cuántas veces las oigamos, ni lo muy tópicas que sean, porque, ¿seguro que a tí nunca se te han escapado?
Vamos a hacer una pequeña relación de las más comunes y vamos a traducirlas. A veces tienen doble lectura dependiendo de si el que la enuncie es un hombre o una mujer.


  1. "No eres tú, soy yo": La lectura real de esta frase es completamente al revés: "no soy yo, eres tú". Es de las más utilizadas, y todos, en algún momento de nuestra vida amorosa o la hemos usado o la hemos retenido a tiempo en nuestra boca. Mentira piadosa que en el fondo oculta un "no me gustas". Suele ir acompañada de una buena colección de frases tópicas que veremos aquí como "necesito tiempo, espacio, encontrarme a mí mismo,...."
  2. "Necesito tiempo y/o espacio": como leí en alguna parte....si es esto lo que necesitas cómprate un cohete y llévalo a la Luna, y así tendrás ambas cosas. Lectura real muy similar a la anterior "no me gustas"; aunque si la dice un hombre generalmente implica otra cosa: "quiero follarme a otras tías" (ese es su concepto de tiempo y espacio....).
  3. "Es la primera vez que me pasa": Chicas, ya sabéis a que me refiero con esta frase.....Mira que mala suerte tenemos que siempre les pasa por primera vez contigo! ¿En serio? He llevado a cabo una encuesta sobre este respecto, y la mayoría de los hombres coinciden en que si fuese así se toman un rato para recuperarse o solicitan la ayuda necesaria y luego terminan la faena...
  4. "Yo no me masturbo": En un tanto por ciento de mujeres puede ser real, pero en los hombres no. Es un impulso animal que tienen desde pequeños. Tocarse, por ser fina, lo hacen en mayor o menor medida. De hecho hay muchos que se tocan sus partes íntimas en sitios públicos por encima o por debajo de la ropa, y eso nos debería hacer pensar dos cosas: primero, tienen una relación muy estrecha con su zona genital, o segundo tienen herpes, ladillas o algo similar. Si una mujer se toca en público sólo hay una respuesta: hongos.
  5. "Sólo es una amig@": Este supuesto sólo es cierto si la persona que pregunta es una patológicamente celosa, sino tanto para hombres como para mujeres significa "me lo/la quiero tirar o ya lo he hecho en algún momento".
  6. "Eres una mujer/hombre increíble, pero no puedo darte lo que necesitas": Misma lectura que el nº 1 "no me gustas".
  7. "Me duele la cabeza/estoy con la regla": Chicos, recordad que este supuesto sólo es real una vez al mes....Lectura "no quiero echar un polvo".
  8. "La/lo voy a dejar": Nunca suele ser cierto...sino que vuelvan cuando lo hayan hecho!
  9. "Tienes unos ojos preciosos": las mujeres lo solemos decir muy sinceramente; los hombres a veces, pero la mayoría de las veces significa "menudas tetas que tienes"
  10. Mi favorita..."Te llamo": ¿Para qué se pide el teléfono si no lo vas a usar? ¿Es algún tipo de tortura china?
En fin...espero que toméis buena nota de ello. Yo por mi parte seguiré investigando y estoy segura de que habrá segunda parte de esta entrada. Es más, si me pongo a investigar seguro que puedo escribir un libro de autoayuda. Así que hombres y mujeres empezad a renovar vuestro repertorio porque estoy dispuesta a sacar todos los trapos sucios a la luz.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Aún hay más: el juego de la soltería

Tal y como decía en el post anterior, los problemas de las mujeres solteras de mediana edad pasan todos por la falta de tiempo y por el cansancio vital.

Nos volvemos más exigentes por una parte (las cosas o se hacen bien o no se hacen), pero por otra parte necesitamos menos rodeos.

¿Recordáis cómo hace no tantos años os encantaba que os cortejasen infinitamente; que os volvía locas el no saber si sí o si no, pero preferíais vivir con esa incertidumbre antes de que fuesen al grano? A mí me parecía el momento más bonito de todos: el coqueteo incesante. Podía pasarme semanas, meses e incluso años coqueteando con la misma persona. El eterno tira y afloja. El eterno, ¿y qué pensará? ¿Y qué creerá?

Pero como ya dije, ahora no tengo tiempo.

Después de una par de relaciones fallidas te queda una sensación de pérdida de tiempo. Hubo momentos muy buenos, por supuesto, incluso mágicos. De hecho, lo que me enamoró de la última es que para bien o para mal siempre me sentí muy cómoda siendo yo misma. Sin posturas, sin efectos; queriendo impresionar al principio, claro. Pero muy rápidamente pude dejar todo eso de lado y sólo sacarlo a ratos. Me sentía cómoda y segura de mí misma porque todo estaba claro (hasta que dejó de estarlo, obviamente). Por eso, me cuesta seguir el juego.

¿No os cansa el jijiji jajaja que no llega a ninguna parte?

Alguna parte no significa matrimonio e hijos, a diferencia de lo que creen muchos hombres. Y es más, informo a esos hombres que el compromiso no significa eso. Alguna parte significa rollo de una noche o rollo eventual o rollo semanal. y no incluyo relación seria porque pasa por todos los estado anteriores.

Cada vez estoy más a favor del rollo americano.

Cita número 1: cena y película. Si la cosa va bien al final de la noche un beso o dos está permitido.
Cita número 2: si la 1ª fue exitosa y alguno de los dos se decide a llamar (es importante recordar darse los teléfonos en la cita nº 1...) se cena de nuevo y la conversación se pone un poco más personal. O mejor aún, se tiene una cita a la luz del día: un evento deportivo, ir a la playa, etc. Más besos y un ligero sobeteo están permitidos.
Cita nº 3: ya se sabe para qué quedáis de nuevo. "Tonight is the night", diría Rod Stewart. Sin embargo, esa tercera cita y el final encuentro amoroso no garantiza nada futuro, pero al menos sabrás algo más de esa persona además de qué ron bebe por las noches. (Aunque bien pensado, ¿es importante saber algo más?).

No es que las cosas vayan a estar más claras de esta manera, pero sí los pasos a seguir. Aunque es probable que yo acabase saltándome unos cuántos...

Ya véis. El juego de la soltería me tiene confusa....

Es sábado por la noche. Mejor será que saque fuerzas de flaqueza y me maquee un poco para no estar sentada en el banquillo todo el tiempo. Porque si esto es un juego, habrá que salir al campo a pelotear, ¿no?


domingo, 9 de septiembre de 2012

La dura vida de la mujer trabajadora y soltera

Asumámoslo. Ser soltera y trabajadora hoy en día no es plato de buen gusto.

Analicemos todos los hechos:

1. Es cierto que tenemos libertad para hacer nuestros planes y nuestra vida como nosotras queramos. No tenemos que contar con una segunda opinión, ni tener que llegar a un consenso más que con nosotras mismas. Hay ciertos placeres como llegar a tu casa y que se encuentre en el mismo estado en que la dejaste, o que nadie monopoliza el mando de la tele. Pero a la hora de la verdad trabajamos como burras 50 horas por semana y estamos tan reventadas cuando llegamos a casa que no nos apetece ni limpiar, ni cocinar, ni ver la tele. Personalmente, vivo en un bucle de trabajo-casa (o más bien diría cama) del que ni sé ni quiero salir.

2. Cuando estás en pareja tu aspecto físico no es tan importante. Si bien es cierto que siempre he defendido que esto es un error dentro de la pareja, lo cierto es que pelos más pelos menos, al macho ya lo impresionaste al principio y ahora se va a lo que se va. Es más, en pareja descubres que te encuentran más sexy recién levantada, con chándal o con pintas con las que el macho desconocido ni se atrevería a mirarte a la cara. Así que te acomodas. Siendo una mujer soltera tienes que estar siempre presentable para la acción, ya que nunca sabes cuando puede llegar tu ocasión. Por no hablar de la presentabilidad de tu casa (sábanas limpias, desagües libres de pelos,etc).

3. Lo más importante: el macho lo tienes en casa. No hay que salir a buscarlo. Desde luego, una cosa está clara: si te quedas en casa sentada no va a aparecer un hombre dispuesto para lo que sea, desde sexo a hacer labores del hogar por tí. Así que tienes que lidiar con todo tu cansancio y las pocas ganas de sociabilizar y salir a la calle. Eso sí. Siempre hay alguien que te dice: "No vas a encontrar al hombre de tus sueños en un bar por la noche" (Ese alguien siempre está en pareja...claro). ¡Coño! ¿Dónde lo voy a encontrar si trabajo 50 horas semanales y me paso la vida del trabajo a casa? Para colmo de mis males, soy autónoma y no creo que sea ético intimar con empleados ni clientes, ¿no? Entonces, ¿qué me queda? ¿Esperar a que llegue algún comercial a venderme algo y salte la chispa? ¿Que por obra de gracia me pida una cita?

No creo que se nos vaya a pasar el arroz, y la verdad que no es eso lo que debería preocuparnos; pero lo cierto es que al final de una semana agotadora todas queremos un poco de cariño, de calor humano, que nos hagan la cena y que nos digan lo sexys que estamos al levantarnos por la mañana en pijama y sin ser capaces de articular palabra.

Como me dijo una amiga, con una situación peor que la que describo ya que es soltera reciente, trabajadora y madre, "somos una página en blanco". ¡Pero coño, sí que cuesta escribir la primera línea!

martes, 4 de septiembre de 2012

Hoy voy a creer en el karma

Yo no voy a ser hiriente. ¿Acaso sirve de algo serlo? A mí no.
Lo mejor y lo más sencillo y a la vez más difícil (la vida está llena de paradojas...) es cambiarlo todo; empezar de cero y obviar que ciertas cosas ocurrieron alguna vez. Dicen que Dios perdona pero no olvida, y yo, aunque atea, siempre me he reconocido en esa frase. Dicen que de los errores siempre se aprende, pero yo soy capaz de tropezar muchas veces con la misma piedra, siempre con el mismo pretexto: el AMOR.
Mi madre me decía hace poco que no debes de arrepentirte nunca de las cosas que has hecho por amor, sean buenas o malas. Y me parece que tiene mucha razón...como siempre. Pero para una mujer tan pragmática en todo en su vida, tener esta gran contradicción y dejarme ir a ciegas en el amor es algo que, cuando se acaba, me deja completamente vacía y desesperanzada. ¿Tanto puesto en una sola persona? ¿Para qué? Si al final sólo estoy yo y mis sentimientos, mejor o peor parados. Si sólo quedan buenos recuerdos muy empañados por los malos.
Pero esta vez el cuento parace ser muy distinto. Esta vez la mala soy yo. No importan mis motivaciones, ni mis sentimientos, ni si a mí me hicieron daño también. La mala soy yo.Y eso me desconcierta más.
Y es que todos al final tenemos memoria selectiva. Nos acordamos de lo bueno cuando no debemos, y de lo malo cuando ya no tienes la última palabra. Nos frustra, y queremos dar muchas más explicaciones de las necesarias. ¿Para qué, si ya estaba todo dicho?
Hace años haría las maletas y me iría lejos. Era lo mejor, y lo más fácil. Nada te recuerda a nada, y creamos nuevos recuerdos de cero. Ahora, soy más adulta, y tengo responsabilidades. Sin embargo, también intuyo que tampoco me haría feliz. Huir no es una opción. No tengo nada de lo que esconderme. Y aún así ahí está, ese sentimiento de que a lo mejor podría haberlo intentado más, pero que 2 segundos más tarde se disipa facilmente.
Esta vez estoy yo y mis pequeños cambios (además de arreglar el desaguisado en el que me he quedado). Esta vez no tengo miedo de lamer mis heridas en público, porque si algo sí que sé ahora que soy adulta es que doy el 300% de mí misma cuando estoy enamorada. Soy capaz de renunciar a muchas cosas por amor; por uno que valga la pena. Pero tal vez, esta vez haya aprendido una lección. Tal vez la próxima vez que me enamore daré un 150% de mí misma para no volver a correr el riesgo de olvidarme de quién y cómo soy, y no hacer nada que no me haga sentirme orgullosa de mí misma.
Es cierto que de toda historia siempre hay 3 versiones: la mía, la tuya y la verdadera. Y aunque puede que yo no sepa muy bien cuál es la verdadera, hoy voy a creer en el karma...porque el karma síempre sabe quién tuvo razón y quien no.
Lo cierto es que no en todas las historias la culpa se reparte al 50%.

jueves, 28 de junio de 2012

Ojiplática estoy

¡Ah la tierna adolescencia! ¿La echo de menos? Para nada. No hay nada que me satisfaga más que haber crecido y ser cada día un poco más sabia aunque sea a costa de estar algo más quemada.
El bar que hay debajo de mi oficina está lleno de tiernos especímenes. No son lo que solíamos llamar adolescentes, pero empiezo a pensar que, según pasan los años, esta tierna edad se alarga cada vez más. Así que, aunque los invasores del portal  rondan los veinti pocos, por su comportamiento y forma de expresarse los considero púberes.
Es curioso observarlos, pero es más sorprendente oirlos, cosa que es imposible no hacer ya que su nivel de decibelios tumbaría más de algún medidor de la zona de bares de esta ciudad. Visten raro. Se peinan más raro todavía (no sé cómo pueden creer que el azul, el verde o el rosa son tintes de pelo que pueden quedar bien a alguine que no sea Krasty el payaso). Hacen que tocan la guitarra (los perros aúyan a 10km a la redonda). Y no tienen perros, tienen hurones.
Sin prejuiciar su aspecto, a veces atiendo a sus conversaciones, y voy más allá de pensar que los pobres muchachos y muchachas se han tragado un megáfono, porque aquí los más guays de los grupos son a los que más se les oye. De hecho, creo que si no pudiese ver llegaría a la oficina sin problema sólo escuchando sus gritos. Sus conversaciones....¡Ahh, sus conversaciones! Dominan el koruño a la perfección (nivel experto pondrían en su curriculum o bilingüe): "Chorbo, esta noche garimbeamos,¿no?"; "Buah, qué movida neno". Pero ojo, que me llaman señora con mucha educación. Y cuando lo hacen me muerdo la lengua y pienso que espero que no tengan que pasar por mis manos en algún momento, porque les pienso devolver lo de señora con creces.
Hace unas semanas me dejaron una fantástica perla: "Chorbo, la mesa está tuerta". Ojiplática me quedé. No sabía yo que las mesas tuviesen ojos. "Debe ser una nueva evolución...Si las paredes tienen ojos y oidos, ¿por qué una mesa no puede?", pensé. ¡Pobre de mí! Y yo que me sentía tan joven y tan al día....
Y cuando casi pensaba que todo estaba perdido, el otro día escuché a una muchacha: "Buah, aluciné. No me lo creía. Ojiplática es la palabra". No salía de mi asombro. Y a día de hoy no salgo de él o si no no estaría escribiendo sobre ello...
Así que moraleja: Antes de juzgar a nuestros tiernos menores, y de pensar que no tienen remedio, y que vaya futuro nos espera si lo dejamos en sus manos, recordemos que nosotros fuimos un día así, y que no fue hace tanto. Mi padre llevó pantalones de campana, yo llevé plataformas y me maquillaba tan mal que hoy en día me pararían en la calle y me preguntarían ¿cuánto?. Dejémoslos crecer y, como dicen ellos, engorilarse, que algún día ellos mismos rascarán y sacarán lo que tienen que sacar. Eso sí, recordemos también que en todas las generaciones siempre nos encontramos con adolescentes de 40 años también.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Reenamorarse

Hay algo más bonito que enamorarse de una persona por primera vez, y es reenamorarse de una otra vez.

Hay días que te despiertas y ves a esa persona a tu lado y te sientes la persona más feliz de la Tierra (perdón por toda esta cursilería....puede que el enano en pañales y con arco y flechas me haya atacado a traición). Pero hay días todavía más bonitos en los que llegas a casa con unas copas de más, una vez pasado el momento de exaltación de la amistad, cuando te sientes triste sin motivo alguno, y esa persona te seca las lágrimas de cocodrilo, te besa, se ríe cuando le cuentas que un hombre te obligó a tocar sus abdominales y que tu amiga y tú os hicisteis llamar Pili y Mili (verídico totalmente), y te pone el pijama y te mete en la cama. Y si eso no fuese suficiente, a la mañana siguiente te prepara un desayuno cura-resacas.

Por bastante más que un instante olvidas todos los malos momentos, todas las lágrimas derramadas porque en alguna ocasión no hizo lo que debía o lo que tú querías; y recuerdas el porqué de seguir ahí. Y es que no sólo recuerdas eso sino que descubres cosas que no sabías que existían entre vosotros.

Decir que las relaciones de pareja son complicadas es manido y demasiado escueto para expresar todo lo que realmente son. Lo más duro y lo más bonito a la vez es que cambian; no siguen una línea recta. Son, como ya dije alguna vez, una montaña rusa. Y aunque a veces quieres bajarte, la adrenalina te vuelve a llevar a ella. El miedo sigue ahí, por supuesto. Pero, tal vez, es ese miedo el que te impulsa a seguir.

domingo, 15 de enero de 2012

Me gusta mi vida.....la mayor parte de los días

En los últimos meses he tenido tiempo para reflexionar mucho sobre mi vida; y con esas reflexiones inauguro el año en este blog.
A veces llegamos a conclusiones sobre nuestra propia vida no a través de una introspección, sino más bien observando y escuchando la vida de otros. No me refiero a un mero acto cotilla, sino a realmente ponernos en la piel de otra persona.
La reflexión es especialmente dura cuando uno se pone en la piel de un ser querido. Cuando vemos las cosas que le pueden pasar a los que queremos nos hace volvernos vulnerables, aprehensivos y recelosos del futuro que podemos tener por delante, porque, al fin y al cabo, si les ha pasado a ellos, ¿quién nos dice que nosotros no seremos los siguientes?
Todos conocemos a alguien cuya vida parece más asentada, más madura, más ordenada y normal que la nuestra. La clave de esta frase es "parece". Y de repente todo se viene abajo como si de un castillo de naipes se tratara, y tú lo observas con la boca abierta, completamente impotente y anonadada. Y ese ha sido mi caso en los últimos meses. Y aunque todavía estoy en estado de shock, me ha hecho reflexionar mucho sobre mi vida y mis expectativas futuras.
Parece mentira que en el año que estamos y que hoy estreno en este blog, 2012, todavía mantengamos conversaciones con gente a la que no vemos desde hace tiempo del tipo "¿te has casado? ¿ya tienes hijos? o ¿cómo afecta el euribor a tu hipoteca?" y que al recibir un No por respuesta a todas estas preguntas, recibas una cara de pena en la que claramente puedes leer "Pobre....".
¿De verdad que la vida se reduce a eso? ¿De verdad que es una pena que alguien no quiera casarse? ¿De verdad es una pena que alguien no quiera incluir en sus planes de vida divorcio, juicios por custodias, deudas con el banco que seguirás pagando durante 35 años de tu vida?
Después de haber pasado años edulcorando mi vida con películas con finales felices llenos de perdices yo me pregunto ¿acaso no nos damos cuenta de que no nos cuentan la película entera? ¿No nos damos cuenta de que el príncipe azul no viene a caballo de un blanco corcel, y de que no comemos perdices sino que firmamos una hipoteca?
Tal vez os pueda parecer que mi grado de cinismo ha llegado a puntos insospechados, pero no. Más bien todo lo contrario. Mi optimismo vital es real, más que nunca. Y mi nuevo estatus se debe a la libertad.
¿Qué puede ser más bonito que dos personas amándose el tiempo que sea libremente, sin contratos firmados, sin hipotecas que los liguen de por vida, con la libertad de ver que el amor dura lo que tiene que durar y que las cosas materiales no tienen que ser un impedimento para que, si llega el momento, cada uno siga su camino libremente?
Alguna vez en mi vida he estado celosa, y aún a veces no puedo evitarlo, pero por fin las cosas son cristalinas para mí. Quiero que alguien esté conmigo porque quiere estar, no porque haya un contrato vinculante. Y aunque muchas veces me he imaginado a mí misma en una de estas escenas de película en la que te piden matrimonio y luego te casas y vives feliz para siempre, ahora sé que ese no es el cuento de hadas, que ese no es el gran final con el que soñar.
Así que la próxima vez que me pregunten si me he casado, o si tengo hijos, o una hipoteca, contestaré muy orgullosa que no, porque tengo un negocio que me satisface muchísimo, porque el dinero que me ahorro al no tener una hipoteca me permite hacer las cosas que más me gustan, y por las que, si algún día decido que finalmente sí quiero tener hijos, tendré muchas cosas que contarles y enseñarles. Porque al fin y al cabo soy una naranja completa que no busca a nadie que la complete, sino que quiere alguien que la haga feliz libremente....el tiempo que dure,claro.