martes, 28 de octubre de 2014

Chaplin tenía razón

No entiendo a la gente que no sabe reírse. Pero reírse de verdad. ¿Acaso hay algo mejor que reírse hasta que te duelan las mandíbulas y llores de la risa? ¿Qué hay en nuestras vidas tan importante, tan serio o triste que nos impida reírnos, aunque sólo sea una vez al día?

Estudios científicos me avalan. La cantidad de serotonina que producimos al reírnos nos produce un  placer que pocas cosas en esta vida puede. Activa nuestro sistema inmune, movemos un gran número de músculos de nuestro cuerpo, y no sólo faciales, etc. Y es que, si no has tenido agujetas después de un ataque de risa es que no lo has hecho de verdad. La risoterapia es aplicada cada vez más en pacientes hospitalarios graves, cuyo sistema inmune está debilitado, y así nos ayuda a combatir todo tipo de enfermedades. Y aún así no nos reímos...

No hace mucho alguien me dijo: "Hay gente que sale por la noche de fiesta y se lo pasa mal". ¿Cómo es eso posible? Yo no puedo. Me rodeo de gente estupenda y con ganas de reírse y si no las tienen ellos las busco yo. Habrá quién prefiera los deportes de más o menos riesgo, las drogas sintéticas, o lo que sea para sentir ese subidón que todos necesitamos para que nuestra vida no nos parezca insulsa. Personalmente, consigo ese subidón riéndome. No hay nada más liberador para mí, ni que me haga deshacerme de más estrés que este acto tan simple.

Me he reído en situaciones que ustedes no creerían: ingresada en el hospital haciendo chistes sobre mi propia enfermedad, en el trabajo, o en funerales de seres queridos. En Irlanda es una costumbre muy común ir al pub a emborracharse a la salud del difunto. Todos los sentimientos se mezclan allí. Lloran y se ríen por igual recordando al fallecido. En mi familia hicimos lo mismo en más de una ocasión. Son situaciones tristes, de pérdida, pero a la vez de más unión familiar. Y bebimos y lloramos de risa recordando anécdotas o haciendo algunas nuevas.

A mis 35 años he re-aprendido el valor de la risa en mi vida. Ha sido un año de re-aprender muchas cosas que tenía olvidadas de mí misma, pero probablemente la más importante sea esta. Se lo debo a muchas personas y a una en particular. Reírme como este año hace que todos los problemas, que los hay y son muchos e importantes, sean simplemente obstáculos que hay que aprender a salvar. Volvería a cumplir 35 mil veces más sólo por lo mucho que he vuelto a reír este año, porque además lo he hecho con muchas ganas, de esas que parece que sólo los niños tienen. Y me siento mejor. Más tranquila, más sana, y mucho más feliz aceptándome tal y cómo soy.

Así que acepten mi consejo y el de Chaplin y ríanse hasta que les duela todo el cuerpo; porque un día sin risa es un día perdido. Y si no lo entienden háganse esta pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que te reíste tanto con alguien que le pediste por favor que parase? ¿Y cuándo fue la última vez que tú hiciste lo mismo por otra persona?