martes, 27 de enero de 2015

Lo que me han enseñado

Familia no hay más que una. A veces es una bendición, y otras veces no. No los escoges; te tocan. Y lo cierto es que unos tenemos más suerte que otros. Pero lo que es innegable es que para bien o para mal de ellos siempre aprendemos.

Para bien o mal he heredado, o aprendido (no lo tengo yo muy claro), manías de mi madre en lo que a limpieza se refiere, por ejemplo. Hay una sola forma de tender bien la ropa si queremos que nos seque toda a la misma velocidad; las sábanas se cambian, como mínimo, una vez por semana; se tiene un cepillo viejo de los dientes en la ducha para, a la vez que te duchas, ir limpiando las juntas de los azulejos, y otro para quitar los restos de cal que quedan incrustados en los desagües (también vale un cepillo de uñas); los platos se friegan en un orden determinado para no engrasar el resto de cacharros con restos de grasa; y como la fruta de hueso apoyada en el fregadero para no mancharme yo ni el suelo. Podría seguir eternamente. Pero una no aprende sólo trucos de limpieza de sus padres....

La primera vez que me dí cuenta de que estaba aprendiendo una buena lección en esta vida fue cuando fui al acto de licenciatura de mi madre. Crió a dos hijos sin nunca olvidarse de qué quería ser en esta vida; siempre recordando que, por mucho que nos quisiese, y nos quiere, ella era algo más que sólo madre en la vida. Durmió poco; mucho menos que la mayoría de las madres, porque mientras toda madre duerme cuando sus hijos duermen, ella estudiaba. Así que fue el día en el que por fin recogió su diploma cuando supe que algo importante había aprendido.

Mi padre fue "forzado" a madurar, a dejar sus sueños de artista por tener una boca que alimentar (luego llegaría la segunda). Tuvo un trabajo que odió tanto que su estómago pidió papas. Pero aprendió. Se formó por su cuenta y pasó tardes enteras estudiando los manuales que nadie se dignaba a explicarle, y así aprendió operativas que nadie después era capaz de entender. Aprendió a amar su trabajo porque se dio cuenta de que era bueno haciendo lo que hacía, y cuando se sintió valorado como trabajador floreció. Su implicación en su trabajo fue más allá de ver sólo números y veía a personas con problemas reales a los que quería ayudar. Pero siempre tuve la sensación de que algo de él se había quedado por el camino al haber dejado la música de lado. Fui muy feliz y me sentí algo menos culpable, cuando lo retomó. Ahora que está pre-jubilado, todo es música, y aunque no siempre seamos capaces de entenderlo, ni a él ni a su música, no puedo describir el orgullo y la emoción que he sentido al verlo subirse a un escenario grande,

Y una vez más me he dado cuenta de todo lo que me han enseñado. No importa que a veces me sienta el patito feo de la familia, porque no me siento brillante como ellos; lo importante es lo que me han enseñado. He aprendido que con esfuerzo y mucho trabajo puedes llegar a donde tú quieras. He aprendido que tus sueños no los puedes abandonar nunca, porque nunca serás demasiado joven ni demasiado viejo. He aprendido que la ambición no reside en el dinero. He aprendido que sólo tú te puedes poner límites. He aprendido que nunca hay que rendirse.

Así que, aunque a veces me saquen de quicio, aunque a veces sienta que no me comprenden, tengo la suerte de haber nacido donde he nacido

lunes, 12 de enero de 2015

Yo no soy una naranja

No pensaba yo escribir sobre nada tan profundo como la maduración del ser humano, no. Tenía pensado un artículo sobre el vestido de la Pedroche y como una recua de pseudofeministas se dedican a llamarla, y cito, "wuarra, y bulgar" (que digo yo que tendrán otras cosas más importantes por las que preocuparse que si Pedroche enseña las bragas en televisión...). Pero no.

Puede que sea porque mi mayoría de edad absoluta se acerca (cumplo 18 en cada pata dentro de 3 semanas), o porque tuve un fin de semana más intenso de lo esperado en cuanto a conversaciones "profundas" se refiere, pero hoy dejaré a un lado a la jovenzuela Cristina, sus bragas y sus analfabetas detractoras y os hablaré de madurar.

¿Qué es madurar? Caer del árbol. Punto. Y eso sólo lo hacen las frutas. Así que a no ser que te creas una naranja (hay mucha gente que se cree media naranja en este mundo... Yo creo que deberían hacerse mirar los niveles de litio...) no vas a madurar. Cuanto antes lo asumas mejor.

Aún así, hay mucha gente a la que se le llena la boca diciendo "es que eres inmaduro", "aún no has madurado" o "¿cuándo vas a madurar?". ¿Qué es lo que nos están intentando decir? ¿Es que a ellos, como si fuesen Newton, les ha golpeado alguna fruta en la cabeza mucho antes que a mí? Normal por otra parte. No tengo la costumbre de echarme la siesta bajo un manzano.

Dicha gente, en muchas ocasiones, son aquellos que tienen hijos (uno de los rasgos de la madurez según alguien...). Ayer, sin ir más lejos, estaba sentada en una terraza viendo a un padre enseñar a su hijo a pegar balonazos en el medio de una ciudad a una altura que podrían romper las ventanas de un tercer piso. Por supuesto, dichos balonazos del padre que peinaba canas acabaron cayendo sobre mí. ¿Madurez? ¿En serio? También están esos padres que van a los partidos de fútbol de sus hijos a insultar a árbitros adolescentes. ¿Madurez? ¿En serio? Gente con trabajos serios, hipotecados, con coches, hijos, casados, etc Así que mucho me temo que el valor familliar, posicional, socio-económico, etc no es un índice, en mi opinión, con el que medir la madurez.

¿Cómo se mide la madurez? ¿Quién puede decir lo que es maduro y lo que no? Personalmente, por si no os habíais dado cuenta ya, odio ese término. Yo no soy una naranja y punto. Creo que hay gente que aprende y gente que no. Gente que sabe utilizar lo aprendido y gente que no. Punto. Y sí, estoy siendo muy categórica, porque es cierto que con los años nos volvemos menos tolerantes. Voy poniendo en sobreaviso porque dentro de 3 semanas estoy ya más cerca de los 40 que de los 30.

Me encanta cumplir años. "Es bueno", decía Carlitos. "Señal de que sigues vivo". Puede que tenga que ver con lo que mi hermano llama síndrome de Dorian Gray. Aparento, probablemente, diez años menos de los que tengo. Y no dicho por mí. Es un estudio sociológico que mi miniyo lleva a cabo (puede que me acabe convirtiendo en su proyecto fin de grado). Creo que es porque me gusta vivir. Me gusta disfrutar y cada vez un poco más. Me siento libre para poder hacer lo que quiero y cuando quiero. Bueno, más o menos... Veo ropa que me gusta; no pienso si es adecuada para alguien de mi edad. Y por cierto, ¿cómo se viste alguien de mi edad?

Hay muchas cosas que todavía tengo que hacer: bailar bajo la lluvia, saltar en los charcos, gritar hasta quedarme afónica, escribir un libro o dos, tener un huerto, tener un perro o dos, disfrazarme de Madonna (like a virgin, of course), seguir riéndome hasta que me duelan los mofletes y tenga agujetas en la barriga, querer tanto que llores por ello, viajar a Estados Unidos y recorrerlo de punta a punta, y tantas cosas más que podría estar todo el día escribiéndolo.

Pero mucho me temo que soy una "persona madura" con sus obligaciones, un trabajo muy exigente, una casa que limpiar, familia y amigos a los que cuidar, y ahora mismo me voy a trabajar. Aún así, llamadme niña, llamadme inmadura, que nunca, nunca dejaré de soñar, de reír, ni de bailar

lunes, 5 de enero de 2015

La novia de Chuky no es ficción

Que las mujeres somos un poco psicóticas y con tendencia a ser pasivo-agresivas no debería ser ningún secreto ni para vosotros ni para vosotras. ¿Cuál de nosotras no habrá dicho alguna vez "Tú sabrás...." (queriendo decir "ni se te ocurra hacerlo"), o "no me pasa nada" (queriendo decir "deberías saber lo que me pasa")? Todas, por muy normales que nos queramos creer, hemos dicho y hecho cosas estando en una relación que pondrían los pelos de punta al mismísimo Aníbal Lecter.

Excusaos como queráis: síndrome pre-menstrual, estrés post traumático causado por una relación anterior, "mi madre es así, y lleva con mi padre 40 años", etc; pero lo cierto es que no somos un mar en calma en todo momento, y si lo somos es la calma que precede a la tempestad. Y mucho me temo que no siempre es culpa de los hombres...

Sin que sirva de precedente, hoy no me voy a cagar en el género masculino. En un 90% de las ocasiones no entiendo a los hombres, es cierto, y sigo pensando que ellos también deberían venir con manual de instrucciones; pero también es verdad que tengo los suficientes amigos-hombres, como para haber observado, a lo largo de los años, que ellos también se encuentran con determinados especímenes de nuestro género que hacen que germine en ellos un recelo natural a exponerse al contacto prolongado con nosotras.

Por ello, quiero advertiros a vosotros (si es que aún estáis a tiempo de salvaros) e invitaros a hacer reflexión a vosotras sobre los tipos de novias que os podéis encontrar o en las que os podéis convertir. 

1) La novia koala: no es que la alimentes sólo de hojas de eucalipto, que también podría ser, es que no te la quitas de encima ni a palazos. Tiene tendencia a demostrar su amor de manera asfixiante y casi literal, especialmente en lugares públicos. Sí sólo lo hace en público podría ser llamada también la novia estoy-meando-en-mi-farola.

2) La novia camaleón: es la reina del camuflaje, y no porque vaya vestida de verde militar, sino porque sus capacidades miméticas son infinitas. Parece al principio que has encontrado a la horma de tu zapato, pero no te confundas, sólo se está adaptando al medio. Prueba a decirle que te gusta algo asqueroso, por ejemplo los bocadillos de nocilla con chorizo; si dice que a ella también te está mintiendo. Huye porque te acabará haciendo el koala emocional.

3) La novia creyente: Saben, muy en el fondo de su ser, que el hombre que tienen al lado no es bueno para ellas, pero es que ellas son creyentes, y esperan que el milagro suceda algún día. Su amado se levantará una mañana y habrá cambiado a mejor gracias a la paciencia que ella ha tenido con él. El milagro nunca llega, por supuesto....

4) La novia abuela: Era una mujer divertida, juerguista, con estilo, etc y de repente se echó novio y se convirtió en una abuela. Tener novio significa envejecer 10 años, vestirse como su madre, o lo que es peor, como su abuela, dejan de salir y prefieren quedarse en casa a jugar al parchís, calcetando o revisando las cuentas de la hipoteca.

5) La novia comercial: muy similar a la anterior, sólo que no implica que se avejente. Este tipo de novia es muy fan de los postizos al principio de una relación. Extensiones, pestañas postizas, lentillas de colores, sin ser de colores, etc. No hay push-up que se le resista, ya sea wonder bra o bottom bra. Puede que las primeras veces no te des ni cuenta de todo lo que se quita y se pone porque probablemente lo hace mientras duermes. De repente, un día, ese pivón de novia que tenías ha encogido de altura, de pecho y de pelo, y lo único que tiene bastante más de lo que creías es de cadera, porque se ha liberado de la faja y porque los tacones hacen que todo parezca estar más en su sitio de lo que realmente está; ya no tiene los ojos azules, y no hay quién la haga salir de sus yoga-pants.

6) La novia a la sombra: es esa que va detrás de un gran hombre. Tan sacrificada ella. A los hombres con el ego desmedido pero poco inteligentes, les suele encantar tener una novia así (debe ser por esa sensación de tener una geisha a tu disposición). Pocos se acuerdan de que la Clinton famosa ahora es Hilary....

7) La novia mona: y no me refiero a guapa, no, sino a esa a la que tantos hombres se refieren: no suelta una rama hasta que tiene otra.

8) La castradora: desde mi punto de vista y sin lugar a dudas, la más peligrosa de todas. Con todo tipo de artimañas bien sea hacer el koala, hacer pucheros, etc se las apaña para conseguir lo que sea de su pareja. Eso al principio de la relación, porque poco a poco va comiendo terreno hasta que deja al hombre sin cerebro ni pelotas. Con una novia así nunca sabrás si piensas por tí mismo o eres una marioneta aunque no veas los hilos. Sólo las burlas de tus amigos que te llamarán calzonazos continuamente, te darán alguna pista de dónde te has metido; y más te vale que reacciones en ese momento, porque si no lo haces el siguiente paso es dejarte sin amigos (siempre creerás que la decisión es tuya), y ojito como no le guste tu madre, tu hermana, etc...Son las siguientes en la lista.

Seguro que a los hombres se les ocurriría nombrar algún que otro tipo más, pero chicas, sed un poco autocríticas y sabréis que o bien conocéis a alguna mujer que encaja en uno o varios de estos perfiles, o bien lo habréis sido vosotras mismas. Yo sin ir más lejos fui la novia a la sombra primero, para convertirme en la novia creyente después. 

Quiero creer que he aprendido de errores propios y ajenos como para no encajar en ninguno de estos perfiles otra vez, aunque no creo poder prometer que nunca más vaya a decir "no me pasa nada" sin que implique algo más. 

Pero por favor, hagámonos un favor las unas a las otras y aprendamos a dominar nuestros impulsos psicóticos un poco porque sino no va a haber hombre que se crea que las mujeres semi-normales existimos. Y así, señoritas, no hay quien ligue...