martes, 27 de diciembre de 2016

Los amores de tu vida

Resulta que ayer me topé con un artículo que decía que "sólo te enamorabas 3 veces en la vida", y obviamente extrapolé todo esto a mi persona. El caso es que el primer amor es el amor de cuento de hadas; ese que es precioso y que crees que va a ser para toda la vida. Jum, a lo mejor es que he perdido mucha perspectiva, o que han pasado demasiados años y ya no me acuerdo, pero creo que lo único que tenía de cuento de hadas son los pájaros en la cabeza como los que acompañan a Blancanieves. Que sí, que estuve muy enamorada y durante mucho tiempo, pero fue una idealización masiva fruto de la ingenuidad y de la necesidad de vivir una vida como el resto de los mortales.

via GIPHY

El segundo amor es un amor tumultuoso, complicado y pasional y que probablemente, de acuerdo con el artículo, no sea apropiado. Vale, aquí nos acercamos un poco más. Sí, lo confieso, en un intento más por ser una persona normal, utilicé apelativos cariñosos que me hacen ponerme colorada sólo de pensarlo, tuve discusiones propias de un telefilm de Antena 3 y tanto drama que mi vida parecía escrita por Shakespeare.

 via GIPHY

Pero coño, también fui feliz; y mucho. Y aprendí de las cosas buenas y de las malas. O eso quiero creer....

Y finalmente llega el tercer amor. Un amor maduro, reflexivo, carente de drama. (No lo digo yo; lo dice el artículo que leí...).

via GIPHY

Y ojito, que según el artículo, es el último que te puedes permitir. Entonces, ¿qué es lo que me queda? ¿Rezar para que dure...? ¿Voy pensando en adoptar algún gato más por si acaso?

Y por mucho que esté feliz con lo que tengo (mucho), al contrario de lo que dice el artículo, no es reflexivo, ni carente de drama. Así que estoy, como mínimo, confusa.

via GIPHY

Y es que si hago caso a lo que oigo por ahí, "todos los hombres son iguales", y "todos buscan lo mismo"; y quien lo dice son mujeres emparejadas. Sí señores. Parece ser que ellas han sido las únicas en encontrar especímenes dignos de nuestro género. Yo me siento y las escucho y me siento un poco como Carrie cuando Charlotte le dice que leyó que cada persona tiene asignado dos grandes amores en su vida. Carrie, finalmente, se quedó con uno de ellos; pero yo estoy en el tercero y, parece ser, que en mi tiempo de descuento.

Amigos, rezad porque me salga bien, porque sino ya me podéis ir anotando en un curso de macramé.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Septiembre atípico

Me gusta este septiembre.

Es un septiembre tranquilo; sin altibajos.

Un septiembre que me permite reflexionar con calma, y entrar en el otoño con ganas.

No siempre fue así.

Unas veces he odiado este mes, y otras me ha encantado.

Pero me gusta no estar en una montaña rusa emocional.

Creo que podría acostumbrarme a estar así.

De hecho creo que ya lo he hecho.

Puede que esté anestesiada.

Puede que ya haya tenido suficiente.

Aunque simplemente creo que ahora lo entiendo todo.

He asumido culpas y errores propios y ajenos.

He hecho las paces conmigo y el mundo.

He aprendido a vivir con mis heridas y mis taras.

Y no está mal.

Me ha llevado tiempo, y seguramente me perderé otra vez.

Pero ahora mismo me sienta bien ser yo.

domingo, 31 de julio de 2016

Tropezones en el camino

No soy de esas personas que hacen ruido. No entro en la vida de nadie como una apisonadora esperando que me hagan un hueco inmediato y que dejen lo que están haciendo porque he llegado.

No soy de esas personas que piden, pero tampoco soy de las que se conforman con cualquier cosa que reciben.

Hace mucho que no me bastan las migajas...

No soy el perro faldero de nadie y nunca reclamo cariño...

No imploro.

No ruego.

No me desmonto delante de nadie que no se lo merezca.

No hago chantaje emocional en serio.

No vuelvo si ya me he ido.

Pero siento.

Duelo.

Lloro.

Me frustro.

Necesito.

Quiero...

Quiero todas esas muestras que me hacen sentir vulnerable.

Quiero sentir vértigo.

Quiero sentir el miedo a dar un paso más.

Y darlo.

Porque siempre voy a darlo, aunque me caiga después.

Al fin y al cabo, aunque te caigas, pocas veces duele de verdad.

Pocas veces, desde el suelo piensas: " Volvería a caerme una y mil veces".

Pero necesitas más...

Mucho más...

El resto son sólo tropezones en el camino

Porque quiero y porque puedo

Hace poco pregunté en una clase qué consideraban ellos como una persona normal. La respuesta no vino de los adultos, sino de dos tiernos adolescentes. "Judith, nadie es normal porque todos somos especiales". Intentando ocultar mi emoción por la respuesta fui un poco más allá y les respondí que hay gente que considera que yo no soy normal porque tengo 37 años, soy mujer,  estoy soltera y sin hijos, no tengo hipoteca y ni siquiera tengo coche y que, para más inri, tengo dos gatos. "¿Os parece que tengo una vida normal para una persona de mi edad?". "Es que hay gente que confunde normal con mediocre", respondió uno de ellos. Y allí me dejaron, al borde de las lágrimas, llena de orgullo y pensando que aún hay esperanza en este mundo tan mediocre.

Y es que por mucho que lo pienso no veo qué tiene mi vida de poco normal; en todo caso no es convencional, lo cual tiene mucho sentido ya que mi educación no ha tenido nada de tradicional (¡Gracias familia!).

Esta diatriba, por desgracia, no viene de la nada; no es algo en lo que me siente a pensar en mi día a día; no sale del examen de vidas ajenas y posterior fustigamiento. No. Funciona así:

Un día estás toda feliz con tu vida y alguien, más o menos cercano a ti, te dice que te estás mintiendo a ti misma, que uno no puede ser feliz llevando la vida que tú llevas y que lo que realmente intentas hacer es escapar de la realidad. Lease: "Eres infeliz y no quieres asumirlo". Y una, que es un animal racional y, sobre todo cuando dicho comentario viene de alguien que te quiere, se sienta y lo piensa.

Trabajo aproximadamente cincuenta horas semanales. Un error para cualquier ser humano. Explotación pura y dura. Bien; para mí no. No soy la persona más feliz del mundo por tener que levantarme por las mañanas e ir a trabajar, pero una vez que lo estoy haciendo no existe nada más. Me encanta se queda muy corto. Disfruto muchísimo de mi trabajo, y de toda la gente que pasa por mi vida gracias a él. De ellos también aprendo muchísimas cosas y me retan cada día a hacerlo mejor. Es un trabajo creativo, divertido, apasionante que no tiene nada de rutinario ni de mecánico. O al menos yo lo vivo así. ¿Me canso? Por supuesto. ¿Me estreso? Un montón. ¿Estoy bajo presión? Constante. Y aún así vale la pena mil veces. Así que sí, no trabajo para sobrevivir. Es más, muchas veces lo he hecho gratis.

¿Qué hago cuando no trabajo además de dormir? Estar con la gente que quiero haciendo lo que más nos gusta: reírnos. Mucho. Si. Salgo de noche y últimamente también salgo de día. Vamos a bares de todo tipo,  plazas con bancos donde nos sentamos y bebemos, y ¿sabéis que más hacemos? Nos reímos. Nos reímos tanto que nos duelen los carrillos. Nos reímos tanto que nos saltan los lagrimones. ¿Y qué más hacemos? Cantamos a voz en grito; como si no hubiese un mañana (porque a lo mejor no hay un mañana). Y bailamos sin ningún tipo de vergüenza. A veces también hablamos en serio, pero siempre nos acabamos riendo.

Lo que quiero decir es: No me siento incompleta. No soy media naranja ni siento que me falte algo en la vida para ser feliz. Que mi vida sea mejorable (como la de todos) no quiere decir que no me guste. Más bien todo lo contrario. Escucho a gente a mi alrededor y no envidio a nadie. Y lo sé; ya lo he oído muchas veces: este discurso suena a reafirmación; suena a que me estoy intentando convencer a mí misma de que me gusta.

Mi padre sin ir más lejos, me dijo hace unas semanas que hace un tiempo estuvo preocupado por mí, por la vida que tengo, pero que después de pensarlo se dio cuenta de que tengo esta vida porque quiero y porque puedo.

Así que haceos un favor, arriesgándome a cerrar este post como si fuese Paulo Coelho, sed felices con lo que coño os haga felices. Reíos (mucho), cantad, bailad, follad, amad, bebed, que todo lo demás es pura y simple paja. Y hasta los adolescentes de 17 años lo saben, hasta que la sociedad los cambia. Por eso rebelaos; no seáis nunca lo que los demás quieren que seas porque es muy probable que te conviertas en una persona tan gris como ellos.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Cosas que nunca te dije

Había empezado a escribir este post de otra manera. Había escrito algo gracioso y cínico sobre los motivos científicos por los que nos enamoramos; pero lo he borrado todo. Tiene razón mi padre. Escribo mucho mejor cuando soy yo misma y no escribo para otros y sólo lo hago para mí.

En realidad, todo o casi todo lo hago mejor cuando soy yo misma. Pero ser yo misma es muy difícil. Vivo en constante lucha con una dualidad interna. Esa dualidad que me hace ser muy sociable unas veces y al mismo tiempo me hace pensar que es una pérdida de tiempo; que debería estar haciendo un millón de cosas que pospongo una y otra vez. Y esa misma dualidad me lleva a pensar demasiado cuando estoy sola y me lleva a ocupar mi tiempo como una auténtica posesa.

Y es que no hace mucho era tímida, sociable, pero tímida. Por eso escribía. Escribía todas esas cosas que no era capaz de decir en voz alta; todas esas cosas de las que me avergonzaba por extrañas, por inquietas, pero sobre todo por miedo al rechazo. Las guardo todas en cajones, en cajas debajo de mi cama; no me he deshecho de ellas, así que supongo que no me avergüenzan tanto, al fin y al cabo.

Pero esa adolescente que fui, ese patito feo del que los tíos se hacían amiga para llegar a sus amigas con las que realmente querían salir, que llegaba a casa en un mar de lágrimas porque a ella no la querían, sigue teniendo un hueco en mí. No es algo malo. Me hace mucho mejor profesora. Me hace empatizar con los adolescentes de tal forma que confían en mí, y consigo tener un impacto positivo en sus vidas .

Puede parecer extraño que a estas alturas del partido hable de estas cosas, y hasta puede parecer un poco cretino, y eso que soy de las que cree que los "traumas infantiles" se tienen que quedar en la infancia (pero que no hable de ello no quiere decir que no hayan estado ahí).

Y así, a veces soy una cobarde. La diferencia es que ahora me escondo bajo una apariencia bien distinta; ahora me escondo tras un "todo me resbala y estoy siempre bien", pero claro, es que he tenido que aprender a hacerlo.

Y sí, soy una cobarde y no soy capaz de decir lo que siento, porque tampoco tengo huevos a descubrir lo que siento. Soy adicta al trabajo porque no quiero pensar; pensar me lleva a diatribas como esta que parece que sólo tienen sentido en mi cabeza. Y me siento una adolescente otra vez; entonces para sentirme más adulta me pongo a trabajar y ocupo mi vida con ochenta cosas, y me olvido otro rato. Y así vuelta a empezar.

A lo mejor debería tirarme a la piscina... Si no hay agua dolerá pero no moriré. O a lo mejor empiezo un diario nuevo, escribo todo lo que no soy capaz de decir en él y lo guardo debajo de la cama.

Esto es una nueva definición de me haces sentir como una adolescente...

domingo, 27 de marzo de 2016

Me enamoro

Siempre creí que me costaba mucho enamorarme, pero últimamente me he dado cuenta de que no. Más bien es todo lo contrario; me enamoro casi todos los días.

Me enamoro cuando me doy cuenta de que alguien me tiene cariño de verdad cuando pasa a llamarme Ju o Jud.

Me enamoro cuando alguien me llama toxo o cardo, porque significa que me van conociendo pero me quieren igual.

Me enamoro cuando alguien me llama rubia aunque esté teñida de castaña, porque conocen bien mi esencia aunque yo a veces me empeñe en ocultarla.

Me enamoro cuando alguien me dedica una canción, o un estado de Facebook, o un chiste, o un gif, porque significa que están pensando en mí.

Me enamoro cuando hago reír a alguien porque no hay nada que me guste más que que me hagan reír y hacer reír.

Me enamoro de esa gente que te insulta desde el cariño.

Me enamoro cuando confían en mí para guardar un secreto.

Me enamoro cuando me dicen "Gracias por existir, maxiyo".

Me enamoro cuando me dicen "Espero y deseo que esta noche te sirva para ver cuánto amor das, porque es nuestra intención que lo recibas de vuelta"

Me enamoro cuando me dicen "te quiero capulla".

Me enamoro cuando me dicen "Todo lo que vales no cabe en esta tarjeta".

Me enamoro cuando me animan a creerme mejor de lo que me creo, lo cual no sé si es lo mismo que lo que soy.

Me enamoro cuando salen corriendo porque he tenido un día de mierda e improvisamos un cine o unas cañas, o un desayuno con niños, o una pedicura rápida.

Y me enamoro. Y punto.

Es imposible sentirse incompleta de esta manera, pero a veces sí que lo hago. Es como si faltase una única pieza de un puzzle de mil. Puedes ver la imagen perfectamente, y es magnífica, pero ahí está, incompleta. No sé si aparecerá o no, porque por molesto que resulte ver el puzzle incompleto, no la estoy buscando.

Así que, de momento, me enamoro, y punto

viernes, 26 de febrero de 2016

Me siento bien en mi piel

Después de unos meses de drama en los que me he sentido más perdida que un pulpo en un garaje, de haberme sentido vieja por primera vez en mi vida, de pensar constantemente ¿qué estoy haciendo mal?, me vuelvo a querer otra vez.

No sé cómo ha pasado, ni me lo quiero preguntar por miedo a que la respuesta se me vuelva a escapar. Pero me siento bien en mi piel; una piel de 37 años, con sus estrías, sus arrugas y una incipiente gravedad que lo lleva todo hacia abajo.

Me vuelvo a gustar como hacía tiempo que no lo hacía. He vuelto a ser yo, con mis mechas rubias y mi pelo largo. Y no me siento ajena.

Las cosas están todavía lejos de estar claras o solucionadas, pero estoy tranquila. Respiro hondo y disfruto de mi compañía; y me gusta.

No siento un vacío en mi vida, y mis únicas necesidades son materiales, y ahora sé que llegarán. Me siento bien disfrutando de los pocos momentos en los que estoy sola. Ya no hay drama, y sólo lloro de risa.

Y se lo debo a ellos. Ellos que han estado ahí, empujándome y recordándome que soy mejor de lo que era capaz de ver. Animándome en cada pequeño paso que daba para salir del túnel. Diciéndome que si recibo todo este amor de ellos es porque yo se lo he dado antes.

Los hay que siempre han estado ahí, que no me abandonan ni cuando me regodeo en mis miserias. Los hay que me ha sorprendido saber que están ahí, y que han compartido sus miserias conmigo para que no me sintiese tan sola. Los hay que le gritan al mundo lo mucho que me quieren, y los hay que me lo muestran en bajito.

A todos, gracias por hacerme ver que se está muy bien en mi piel


lunes, 22 de febrero de 2016

Problema de impresión

Hace muchos años un ex me dijo: "Judith, eres obsesivamente independiente". Fue una frase que se me quedó grabada a fuego. Lo que más me impactó fue probablemente el uso de ese adverbio: OBSESIVAMENTE. Luego, y a pesar de ser muy joven en ese momento, lo primero que me pregunté fue "¿Por qué lo considera algo negativo? ¿Por qué preferiría a alguien que lo necesitase las 24h del día?". No fue la última vez que me he encontrado con esto...

Veréis, nunca monto un pollo. No lo hago, y es por diversos motivos. Por un lado me provocaría vergüenza ajena y propia. Hay determinadas muestras que, en mi opinión, pertenecen a la más estricta intimidad. Tienes amigos con los que te desahogas y con los que compartes también tu felicidad, pero eso no lo haces con una serie de curiosos y desconocidos. Pero, por otra parte, y como motivo principal, trato con adultos, lo que hace que presuponga que nadie necesita que yo le dé lecciones de vida. Esto funciona así: todos hacemos cosas mejores o peores, pero no necesitamos que nadie nos sermoneé al respecto. Como mucho, y a veces vital en la comunicación hombre-mujer, le dices "esto no me gusta" o "esto me hace daño", más que nada por presuponer, una vez más, que la persona que tienes enfrente no ha sido consciente de la repercusión que sus actos han tenido en ti. Yo las lecciones las doy en un aula y me pagan por ello.

Nunca pregunto demasiado. Me maravilla la facilidad con la que mi madre es capaz de obtener todo tipo de información de la gente sin que se sientan ofendidos. Yo me siento tan cotilla haciéndolo que me limito a un "¿qué tal?" y a partir de ahí que me cuenten lo que quieran. Si me preocupa más lo personalizo: ¿Estás bien?".

Fue mi madre la que me iluminó un día hace unos meses confirmando mis temores. Respeto tanto el espacio de la gente que a veces se entiende por falta de interés. ¡Mierda! Y yo que pensaba que estaba siendo respetuosa...Parece ser que doy impresiones erróneas todo el tiempo. La mayor parte de las veces no me importa; es más, me viene bien; pero otras veces me jode y aún encima no sé muy bien como arreglarlo sin dar otra impresión errónea.

Así que creo que tengo un problema de espacio y de impresión. No puedo hacer mucho para arreglarlo, principalmente porque no quiero. Es decir, no creo que sea un problema. Decir que dejo espacio no me gusta porque parece que le estoy dando permiso a alguien para algo. Me gustan las personas libres e independientes, con vida, con planes individuales de futuro, con sueños propios, que necesitan estar solas, que aprecian el silencio más que el bullicio, que tienen unas rutinas propias entre las que se incluyen cosas para hacer ellos solos. Me gusta la gente que a veces necesita pensar. Me gusta la gente que no se siente obligada, que está porque quiere estar no porque la necesites, por compromiso, porque se han colgado una etiqueta y se supone que es lo que tiene que hacer.

Pero tengo un problema de impresión. A veces parezco desvalida, superficial, altiva, despreocupada e incluso mucho más fuerte de lo que soy. Parece que soy una persona muy segura de sí misma a la que nada parece afectarle. Y no ayuda que sea una persona buenrollera, porque yo no le monto un pollo a nadie ni le doy lecciones de vida y ni siquiera comunico el "me has hecho daño", porque hace mucho que no tengo 12 años. Pero me importa y me importas.

Lo más bonito de conocer a alguien es conocerlo; y conocerlo implica ir bastante más allá de esas virtudes que pueden saltar a la vista. Lo mejor de conocer a alguien es conocerlo tan bien que sobren las palabras, que leas sus necesidades y aprendas a respetarlas aunque vayan en contra de lo que tú quieres o necesitas en ese momento. Porque sí; porque saber cuando tienes que alejarte porque es lo que necesita otra persona está bien. Y no, no es falta de interés, sino todo lo contrario.

Aprender a leer a otras personas, y saber por qué reaccionan de x modo o lo que necesitan sin juzgarlo, sin imponerte, no es un defecto. No deberíais  creeros el ombligo del mundo, porque lo que le pasa a otra persona no siempre tiene que ver contigo; como mucho te afectará a tí personalmente porque lo que necesitáis en determinado momento es diametralmente opuesto. No interfieras en el proceso interior de una persona o tú te convertirás en un problema más a añadir a su lista.

Yo no quiero eso.

Así que, aunque en la distancia, aunque aparentemente fría, estoy aquí. Me importa. Me importas.

miércoles, 3 de febrero de 2016

20 cosas que aprendí siendo autónoma

A pesar de que hace menos de una semana que cerré mi negocio por el que llevaba peleando algo más de 5 años, he tenido tiempo a hacer un poco de reflexión sobre lo que significa esta experiencia, y he sacado algunas cosas en limpio.

1. Las ayudas del Gobierno son un fraude. No cuentes con ellas para poder abrir; es un craso error que yo cometí pensando que así saldaría una gran parte de mi deuda. ERROR. Existen, sí; pero tienes que ser el primero en solicitarlas o se quedarán sin dinero en las arcas y te dirán que, aunque cumples todos los requisitos, no hay dinero y no te las pueden dar (¡Qué ganas de decirle a los de Hacienda que hablase con la Consellería de Traballo y saldasen entre ellos mis deudas).

2. Los Gobiernos central, autonómico y local te timan. Si no tienes la suerte y/o el dinero para pagar a un asesor que te diga todos y cada uno de los pasos que tienes que dar, seguro que te olvidas de alguno y más adelante te reclamarán con la consiguiente multa y cobro de intereses. Porque, como dicen ellos: "el desconocimiento de la ley no te exime de cumplirla" (aunque no funciona así para todos, claro; pero yo no tengo sangre azul)

3. Y es que Hacienda no somos todos. Esto, si estáis un poco informados, no creo que os lo tenga que explicar; pero mientras hay amnistía fiscal para defraudadores de más de 50.000€, a mí, que económicamente me va mal, y Hacienda lo sabe, no me perdonan ni un mísero céntimo.

4. Los Bancos sólo se preocupan por sus propias cuentas y auditorías internas, no por las tuyas. Igual tienes la suerte de toparte con un trabajador de banca que escuche tu situación y la comprenda, pero no pueden hacer mucho cuando los de arriba les aprietan las tuercas. Y tal y cómo está el despido libre en España, no se van a arriesgar a perder su empleo, como es normal.

5. Hay personas en estas instituciones dando la cara por los cabrones que las dirigen; así que ten paciencia, y no pagues los platos rotos con ellos. Te encontrarás con gente que, si puede, te echará una mano.

6. No te endeudes. Si no tienes dinero y tienes que hacer una gran inversión al principio NO LO HAGAS. No estás siendo consciente de todo el dinero que vas a estar pagando: intereses de demora, porque te vas a demorar por mucha buena voluntad que tengas. Invierte de a poquitos, y mételo en una hucha (aunque no sea legal)

7. No todo el mundo tiene visión empresarial. A veces tenemos una profesión que nos encanta y queremos hacerlo por nuestra cuenta. Toda la pasión que tengas por tu profesión no tiene porque ayudar, es más puede ser un obstáculo. Y nunca escuches a toda esa gente que te dice "Tienes suerte. A tí te gusta mucho tu trabajo" como si te merecieses menos por hacer lo que te gusta.

8.Que tengas una buena idea no quiere decir que vaya a funcionar. Tendrás suerte si de cada 10 ideas que tienes una es fructífera.

9. Una idea puede funcionar muy bien un año y ser un completo fracaso al año siguiente. Tendrás que preparar 10 más y sin garantías de que vayan a funcionar.

10. El marketing, como ves en los puntos anteriores, es un misterio, así que ten cuidado con cómo inviertes tu dinero. Si no sabes hacerlo o no funciona a la primera, consulta y págale a alguien que sí sepa. Y si no tienes dinero tendrás que seguir estrujándote el cerebro como sea, y sin garantías.

11. No existen beneficios. No los gastes; guárdalos para las vacas flacas, que las habrá y más de una vez. Empezarás a poder hablar de beneficios cuando cubras gastos y aún te siga quedando al menos un 50% de los ingresos. Aún así, siempre separa algo.

12. Valora tu trabajo; no lo malvendas. Mucha gente tiene tendencia a creer que si es barato no es bueno. Valora tú tu esfuerzo, tu tiempo y tu experiencia. No dejes que nadie mida eso por tí. Pon tú los límites.

13. Pero valora a cada cliente por lo que vale y por lo que te aporta. Muchos de ellos, la mayoría, te harán mejor profesional.

14. Pelea por tu negocio hasta que sepas que no vas a tener la sensación de haber tirado la toalla.

15. Pero no dejes que la calidad baje.

16. Escucha a quién sepa más que tú, pero asume tú todas las decisiones. Buenas o malas no las dejes en manos de nadie, ni culpes a nadie de ellas.

17. Busca apoyos pero no que te solucionen la vida. No hay nada más satisfactorio que saber que has sido capaz de solucionar un problema tú sólo.

18. Renuévate siempre que puedas. Estudia el mercado y sigue formándote. Es la única forma de que sigas siendo un profesional competente.

19. Colabora con otros negocios, del mismo o distinto ramo. Da visibilidad y contactos para el futuro

20. Si las cosas van mal, una retirada a tiempo es una victoria. Eso sí, siempre que tengas la sensación de que has hecho todo lo que estaba en tu mano.

.
Quizá si hubiese sabido todo esto mi academia hoy no estaría cerrada. He aprendido todo esto demasiado tarde. Pero no vale la pena pensar en eso ahora. Esto es lo que he aprendido, y puede que en el futuro lo vuelva a llevar a cabo.

Sabed también que el proceso de luto es muy duro. Una vez que cierras la sensación de fracaso está ahí, aunque sepas que es lo mejor y que has hecho todo lo que tenías que hacer. Te sientes fracasado porque  no has hecho de tu negocio lo que querías, y aún encima de quedarte sin él la burocracia no te pone nada fácil lo de seguir adelante. En el mejor de los casos encontrarás un trabajo que te dará un sueldo con el que seguir pagando todos los atrasos de un negocio que ya no tienes.

¿Vale la pena?

Me dedico a la enseñanza, así que ver los logros académicos de mis alumnos siempre ha valido la pena. Me llevo, además, mucha gente que ha apreciado mi trabajo de verdad y sobre la que he tenido algún tipo de impacto. La enseñanza es reconfortante per se, pero también lo será por cuenta ajena o en B.

miércoles, 13 de enero de 2016

Mamá, yo no quiero ser normal

Hay gente que pasa por el mundo de puntillas, sin hacer de ruido. No dejan huella porque no pìsan fuerte. La mayoría no hacen daño a nadie y se contentan con eso. Sobreviven y no viven. Se levantan temprano; van a trabajar y cumplen con sus 8 horas de trabajo lo más decentemente que pueden. Puede que tengan algún hobby, y, por supuesto, se relacionan con otra gente. Tienen hijos, hipotecas, letras de coches que pagar y se las arreglan para llegar a fin de mes. Un día se jubilan y, si la salud los respeta, simplemente se van apagando poco a poco. Sólo sus más allegados los echarán de menos y los recordarán con alguna anécdota privada con chiste incluído del que nadie más se reirá.

Y dime, ¿quieres de verdad que tus hijos sean normales?

No tengo hijos, pero si los tuviese querría que quisiesen comerse la vida a bocados enormes. Querría que viviesen la vida sin prisa pero sin pausa. Y es que aunque hay que aprender que hay responsabilidades y consecuencias en la vida, el niño que llevamos dentro no debería morir nunca. No dejaría que nadie les dijese que son demasiado mayores para hacer algo; en realidad no dejaría que nadie dijese que son "demasiado" algo. Querría que siguiesen soñando toda la vida con algo mejor, y que ni el cielo es el límite. Los límites los ponemos nosotros, y en la mayor parte de los casos los ponemos porque nos dicen que tenemos que tenerlos. ¿Por qué? ¿Si no le estoy haciendo daño a nadie por qué tengo que ponerme a mí o nadie limitaciones?

Ayer me preguntó un adolescente al que le doy clase que qué me pasaba. Le dije que levantarte un lunes por la mañana y que lo primero de lo que te enteres es de que se ha muerto David Bowie no es manera de empezar la semana. "¿Estás triste? Ni que fuera de tu familia..." Y así empecé a reflexionar sobre mi educación y lo que querría para mis hijos si los tuviera.

No estoy bautizada, lo que a mis casi 37 años es inusual, porque mis padres creían que esa era una decisión que me competía a mí y no a ellos. Y no tiene que ver con el hecho de que ellos sean ateos, porque lo mismo hicieron con los pendientes: no tuve pendientes hasta los 15 años y me los pagué yo de mi propio bolsillo. Y esta fue la primera máxima de mi educación.

Y así, querría que mis hijos estuviesen expuestos a la mayor cantidad de arte posible, porque saber quién es David Bowie y su valor en la cultura del siglo XX y del XXI los enriquecerá. Sabrán apreciar que no ser normal puede significar ser extraordinario; que lo que la gente "normal" no sabe apreciar no es necesariamente inapropiado o malo, sino que puede ser trasgresor e innovador. Aprenderán que el término "friki" no es peyorativo, sino más bien todo lo contrario; porque sólo es peyorativo para la gente que no tiene capacidades para comprender más allá. Querría que aprecien Star Wars, El Señor de los Anillos (el libro), Dentro del laberinto, Los Goonies, La princesa prometida, Roal Dahl, David Bowie, The Beatles, The Rolling Stones, AC/DC. Querría que sepan sacar unos cuernos al oír a Black Sabbath, o que hagan una peineta al escuchar The Clash. Querría que salten en los charcos aunque tengan más de 30 años y que se emocionen al ver una piscina de bolas y sueñen con que les dejen entrar aunque hayan pasado de los 15 años.

No querría que viviesen con miedo a caerse ni a ser diferentes; y lloraría de orgullo si algún día me dijesen: "Mamá, yo no quiero ser normal", porque sabría que algo bueno estaría haciendo con su educación.

Vosotros que sois padres, recordad las cosas que una vez os hicieron muy felices y no dejéis de compartir eso con vuestros hijos. Los hará mejores personas y a vosotros mejores padres. Enseñadles todo lo que sabéis y sed lo suficientemente curiosos como para aprender de ellos también. Que disfruten de la música, de la lectura, del cine, del arte. Que adquieran un criterio propio, incluso diferente al vuestro. Hacedlos pensadores críticos y conocedores del mundo en el que viven, y que se enfrenten a él sin miedo. Que pisen fuerte y dejen huella en esta vida.

Pero por favor os lo pido: que no dejen de saber quienes eran Janis Joplin, Jimi Hendrix, Freddy Mercury, John Lennon, Lemmy Kilmister o David Bowie. Su vida estará coja sin ellos