miércoles, 27 de diciembre de 2006

Antes soltera que sencilla

Ayer quedé con un ex algo mío, y actual amigo. La verdad es que nunca estoy segura de por dónde me va a salir. La penúltima vez que nos vimos dijo que yo era la mujer de su vida, para retractarse días más tarde aduciendo su estado ebrio como causa del romanticismo. La semana anterior me llamó a las 6 de la mañana de un jueves, pero esta vez no cogí el teléfono temorosa de que su estado etílico lo llevase a creerse una especie de Romeo de barrio llamando al balcón de su Julieta.
Ayer, sin emabargo, embriagada por las fiestas navideñas sin duda, descolgué el teléfono cuando me llamó y me sorprendí quedando con él para tomar un café. Me vino a buscar, como lleva años haciendo, aunque la magia se nos haya quedado por el camino. De camino al bar me dijo que tenía muchas cosas que contarme, sobre todo de chicas. "¿Me estará intentando poner celosa o esta vez me tratará de verdad como una amiga?" Él casi no hablaba, ni me preguntaba, así que yo rompía una y otra vez los silencios llegándoseme a acabar el repertorio. "Estás muy preguntona hoy, ¿no?", me espetó. "Claro", pensé, "no voy a dedicarme a mirar para tí; eso ya lo he hecho antes y así me fue". Menos mal que finalmente sacó el tema en cuestión. Resulta que tiene una novia, pero sale de vez en cuando con otra. La segunda le gusta más que la oficial, pero como, al parecer, esta es una chica difícil, y no sabe muy bien cuáles son su posibilidades con ella, sale con la otra que la tiene segura. "Ya sabes que necesito compañía...". Es cierto; experimenté en mis carnes sus necesidades de compañía, hasta que ví que era una más en el harén (él, por supuesto, siempre lo negaba: "Tú eres distinta; contigo es especial; pero no estoy preparado para la clase de compromiso que una mujer como tú necesita").
Comprenderéis ahora mi estupor cuando, ni corto ni perezoso, torna la conversación hacia mí: "¿Pero tú cuándo has tenido novio de verdad?". Me mordí la lengua para no contestarle lo que relamente pensaba, y le dije que "aquel que no debe ser nombrado" y yo habíamos sido novios, cosa que él se apresuró a negar: "Eso no fue tener novio". Le contesté que lo que él entendía por novio yo no lo iba a tener nunca, porque no me gusta que me saquen de paseo los domingos ni que me lleven al cine y me hablen durante la película, ni tengo necesidad de contar mis neuras de trabajo a nadie, y que si lo necesito llamo a mi madre. "Me gusta mucho estar sola, y no me gusta dar explicaciones". Ay Judith, me dijo, "te veo solterona toda tu vida". JODER; habló el experto en relaciones...
Y es cierto; creo en tener pareja y no tener novio. Quiero que, si voy a tener que renunciar a parte de mi tiempo para estar con una persona, esa persona me aporte algo más aparte de sexo y compañía, porque si fuese eso lo único que busco me compraría un perro y un vibrador. Me aburro fácilmente, y es lo peor que me puede pasar. Necesito estímulos constantes, retos y metas a las que llegar; y quiero un compañero que quiera que lo hagamos juntos, vivir. Quiero a alguien que no sólo me quiera sino que me comprenda, o lo intente, me respete y me arrope siempre que lo necesite. ¿Le pido mucho por ello a la vida? Puede ser; por eso: antes soltera que sencilla...