martes, 19 de junio de 2007

¡Querid@s he vuelto!

Y vengo con fuerzas renovadas y nuevos puntos de vista. Prometo que, aunque haya un hombre en mi vida, no voy a cambiar esos puntos de vista ácidos (a veces amargos...y otras veces dulces, claro) que han caracterizado este espacio. No quiero que, como esos especímenes que ya he citado alguna vez, mi opinión gire en torno a mi nuevo estatus amoroso...Digámoslo así: ahora soy una infiltrada.



He aprendido una cosa en estos meses fuera: el macho ibérico es una raza aparte.

Enfrente de mi casa en Dublín estaban construyendo una pequeña urbanización. Fue alucinante la rapidez con la que, en tan sólo 10 meses, terminaron la construcción de las primeras casas. No me explicaba yo la grandiosa hazaña hasta que salí la primera mañana en pijama a la puerta principal de mi casa...Nada. Nada de nada. El más absoluto silencio. Algo era raro y distinto, aunque en un primer momento no fui capaz de identificarlo.
La siguiente mañana salí en bata de seda negra a dejar un pañal en el cubo de la basura. Y nada otra vez... Y entonces me di cuenta: ninguno de la cuadrilla de obreros me decía nada desde el otro lado de la calle. ¡Oh Dios! ¿Dónde estaban esos piropos que te ruborizan, y no siempre porque sean bonitos? Mi primera impulso fue pensar que yo había perdido facultades... pero poner un pie en España fue clarificador. El día que fui a la oficina del Inem el jardinero del Ayuntamiento paró la desbrozadora para llamarme "guapa". Me han llamado "cuerpo", y un comercial ha intentado ligar conmigo en la puerta de mi casa a pesar de que no le abrí la puerta en pijama sino en chándal y con zapatilla de peluche rosa.
¡Qué alegría volver a casa! España, ese país dónde todo se para porque pasa una mujer con una falda; dónde siempre hay tiempo para decirle alguna obscenidad a una hembra. Tardarán 3 años en acabar una casa, pero las españolas estamos bien atendidas, bien piropeadas.
¡Jesús! ¿Es que a los europeos no les corre la sangre por el cuerpo?
El macho ibérico también tiene carencias, que conste.
Estando en una estación de tren en Irlanda con dos amigas, una polaca y otra austríaca, teníamos a 2 españoles al lado. Evidentemente, ellos no sabían que yo era española. Ni tengo pinta ni tengo acento español. Uno de ellos le pidió un cigarrillo a mis amigas. Ninguna de ellas fuma. Ninguna de ellas tiene mucho saber estar. Empezaron a reir con nervio y le dijeron que no. Nos subimos al tren, y ellos se quedaron en la estación. Momento que, los muy cobardes, aprovecharon para insultar en español. ¿Cuál es el insulto favorito de un macho ibérico para una hembra? FEA. Sí, sí, fea, nos llaman fea. Por supuesto, les respondí en español, como buena hembra ibérica, que no soy más fea que su madre. Tardaron en darse cuenta de que yo era compatriota...¡Pobres! ¡No esperaba menos de ellos!
A pesar de todo, yo encantada de volver y de encontrarme con esos personajes tan entrañables como Jesús Quesada. Al final, ¿cuál de nosotras se puede resistir al " Quién fuese paso de peatón pa´ verte el mejillón" o al "esa cacha pa´mi hacha".
Mujeres españolas sentíos afortunadas cada vez que escuchais una de esas frases que hacen que se os revuelva todo. Pensad que podríais no oirlas...