martes, 16 de julio de 2019

Vivimos en una sociedad enferma

El otro día me fui de cañas con mi madre y acabamos hablando de lo divino y lo humano. Y en un determinado momento mi madre me dice "vivimos en una sociedad enferma", cosa a la que simplemente asentí y no profundizamos muchísimo más, no vaya a ser que nos creyésemos Chomsky y Foucault en los 70.
No fue hasta hoy que le di una vuelta más a ese pensamiento. Están circulando por las redes sociales y los medios de comunicación la agresión a unas chicas por parte de un hombre, visiblemente mayor que ellas, en un bar de mi ciudad. Las imágenes, por si no las habéis visto, son brutales. Lo que empieza con un sonoro bofetón por parte de él a una de ellas que lo estaba increpando verbalmente, termina en puñetazos, patadas, tirones de pelos y más bofetones a un total de, creo, tres chicas. Una de ellas acaba sangrando por la nariz y supongo que hay más pruebas visibles de lo que este tipo hizo que no se ven en el video.
Hasta aquí todos podemos pensar que anormales los hay en todas partes. Pues parece ser que hay muchos más de los que creemos.
Lo segundo que me dejó atónita ayer al ver el vídeo fue la pasividad de un chaval que, ante tal demostración de violencia, no dejaba de fumar un pitillo apoyado en un coche a dos metros de donde una chica había sido tirada al suelo y estaba enganchada por los pelos por el (llamémoslo así a partir de ahora) gañán 1. Ahí. Como quien oye llover.
No contentos con eso, hoy descubro que el vídeo y, por ende, la noticia, salta a los medios nacionales y que está corriendo como la pólvora. Es aquí donde entran gañanes del 1-1000 (de todos los géneros; no se me vayan a ofender, que esto no es una oda al feminismo. O al menos hoy no). "Las chicas lo estaban increpando", "eso pasa cuando juntas a 4 borrachos", "estaban invadiendo el espacio vital del hombre", etc etc. Si, etc, etc es real.
¿Estamos todos locos? ¿De verdad que una agresión es justificable en algún contexto? ¿De verdad que si yo le llamo a un tipo "gañán" (que se lo hubiese llamado para empezar) me merezco que me dé un puñetazo? Y digo yo como podía decir cualquier otra persona. ¿De verdad que hay una razón de ser en todo esto?
"Nos falta contexto", dicen algunos. No, chico, no. No me hace falta saber nada más. No me hace falta saber si lo llamaron feo, gordo, gañán o le dijeron "no te toco ni con un puntero láser" (Repito: yo se lo hubiera dicho). No me hace falta saber si 4 veinteañeras de poco más de metro y medio se rieron de él en su cara durante tres horas. No. No necesito saber nada más. He visto lo suficiente de él y del resto de la gente que lo presenció sin mover un dedo, ni siquiera para llamar a la policía.
Y así, volví a la reflexión de mi madre del otro día: vivimos en una sociedad enferma.
Vivimos en una sociedad en la que todos nos creemos importantes, y por ello, creemos que nuestra opinión puede y debe prevalecer por encima de los demás. Hablamos mucho y escuchamos poco. Nos quejamos por absolutamente todo pero no hacemos absolutamente nada. Pensamos (algunos) pero no reflexionamos. Nos creemos mejores que nuestros vecinos, que los animales, que la naturaleza, que gente que sí que sabe ("Tú qué vas a saber" es una frase muy socorrida hoy en día). Somos una sociedad de cuñados que sólo buscamos el opio para el pueblo venga en la forma que venga. Somos una sociedad en la que la gente muere por tener el mejor selfie; que contraen enfermedades por bañarse en aguas tóxicas (pero, ¡qué mona la foto del Instagram, chica!); que piensa que una adolescente se merece que la violen por ir borracha.
Sí, somos una sociedad enferma en la que parece que solo valen los likes y no los "me gustas", en la que para conocer a alguien más te vale tener una app en vez de ir a un bar (está mejor visto; o no...). Somos una sociedad que no sale a la calle para defender la educación o la sanidad, pero si sale por alguna chorrada que no va a tener ninguna consecuencia en su vida (inserten aquí el motivo que quieran que yo tampoco estoy por ofender a todo el mundo hoy). Somos una sociedad de niños que no respetan a sus profesores porque sus padres no respetan a los profesores (¡Qué bien viven los profes que aguantan a tus hijos 8 horas diarias, 9 meses al año, y que se pasan mucho más tiempo todavía pensando y preparando lo que les van a enseñar, eh!).
Somos una sociedad enferma que compramos de todo y no entendemos el valor de nada.
Y sí, somos una sociedad en la que leer sigue estando infravalorado, pero fijaos que en un 80% de esos comentarios que dan vergüenza ajena de gente justificando estas acciones, hay faltas de ortografía. Muchas. Y yo que queréis que os diga, pero me hace pensar que la educación que uno recibe y de la que decide empaparse más adelante tiene mucho que ver en todo esto.
Pero también os digo, por muy respetuosa que sea con las opiniones ajenas, hay cosas que NUNCA son justificables y que salir a defenderlo está bien.
Esta sociedad necesita rehabilitación. Yo sé dónde se hace eso, pero ¿lo sabes tú? Reflexiona, que es ahí donde empieza tu educación.

domingo, 7 de julio de 2019

Que te quieran bonito

Más tarde o más temprano en tu vida tomas consciencia de la futilidad de la vida, pero a diferencia de lo que nos planteamos cuando somos más jóvenes, el carpe diem y el "muere joven y deja un hermoso cadáver" ya no son respuestas válidas (bueno, habrá gente para la que sí). Se trata de un momento de casi clarividencia en el que sabes que tienes que parar y hacer una reflexión muy profunda del pasado, el presente y el futuro; y no, no puedes evitar ninguno de ellos. Y ahora que lo pienso, puede ser que Dickens estuviese pasando una crisis de la mediana edad cuando escribió el Cuento de Navidad.
El pasado no lo puedes cambiar. Es un hecho. Pero para entender a la persona que eres ahora y moldear a la que quieres ser en el futuro tienes que comprenderlo y aceptarlo. Y no es una tarea fácil. Aunque siempre he sido defensora de no arrepentirme de nada de lo que haya hecho, hay momentos en los que pienso cómo habría sido mi vida si hubiese tomado otras decisiones y hecho otras elecciones. El otro día, alguien que me quiere mucho me dijo que era una pena que yo hubiese decidido no ser madre porque habría sido una magnífica. Yo quería ser madre joven y quería tener tres hijos durante toda mi veintena, así que le respondí: "Yo no lo decidí. Simplemente no pasó. Pero no me siento incompleta, ni siento que fuera mi misión en la vida. Y si lo pienso sé que fue mejor así porque no habría sido con una persona con la que hubiese podido lidiar el resto de mi vida." ¿Y si hubiese elegido otras personas? ¿Y si hubiese sabido cortar a tiempo con lo que no iba a ninguna parte? Y si... Y si...
Y llegamos al presente y dejas el "y si..." y te centras en el "¿Por qué?". ¿Por qué escojo lo que escojo? ¿Por qué decido lo que decido? En los últimos meses he llegado a una conclusión dolorosa con respecto a mí misma: "No sé lidiar con mis emociones." No sé manejar el estrés. No sé encajar las críticas sin hacerme daño. No estoy segura de lo que siento ni de por qué lo siento, y me acongoja. Pero sí que estoy segura de una cosa con respecto a mis sentimientos: quiero bonito. Quiero de una manera limpia y sin dobleces. Quiero sin letra pequeña. Quiero sin acuerdos ni condiciones. Quiero de una manera casi desinteresada. Y digo casi porque yo también quiero que me quieran bonito.
Y pensaréis ¿quién no? Pues hay gente que no está preparada para que los quieran bonito, porque para eso tienes que estar seguro de que es el amor que te mereces y el que estás dispuesto a dar.
Soy una cursi. Una tía lógica que se ha liado la manta a la cabeza mucho más de una vez por amor, y que además, cree firmemente que lo volvería a hacer una y mil veces por todas esas veces que he sentido que me querían bonito, durase más o durase menos.
Por eso, si os aprecio u os quiero de alguna manera os deseo eso: que os quieran bonito. Deseo que os sonrían con los ojos. Deseo que os hagan reír hasta que os duela la barriga porque sí (porque no hay motivo mejor). Deseo que os den el abrazo que necesitáis cuando lo necesitáis. Deseo que vean todo lo bueno y lo malo que tenéis y, aún así, os sigan queriendo bonito.
¿Y el futuro? El futuro depende de lo muy bonito que te quieras a ti mismo.