lunes, 5 de noviembre de 2018

It's oh so quiet

Tengo, desde que recuerdo, una necesidad imperiosa que, por momentos, me hace aislarme de todo de tanto en tanto. La gente lo toma por momentos de depre pero, aunque a veces puede ser así, la mayor parte de las veces lo hago por mera introspección.
Vivimos rodeados de ruido, y por ruido yo entiendo muchas cosas y no solo el motor atronador de una moto que escucho desde un quinto piso mientras escribo esto. Ruido es todo aquello que no te permita oírte a ti mismo.
Hace poco fui a un concierto de Jorge Drexler y, os podrá gustar o no musicalmente hablando, pero el hombre sabe lo que hace y sabe de lo que habla. Nos contó en uno de sus "uruguayos" monólogos la importancia del silencio en la música. Los silencios ayudan a dar intensidad, y te preparan para lo que viene a continuación.
A mí me gusta mucho el silencio y, como mi madre, odio la televisión encendida en todo momento. Me abruma; me aturde. Sin embargo, en la música encuentro silencio. Pero hay veces que el silencio de mi casa está lleno de ruido. Ese ruido que resuena en tu cabeza con forma de trabajo, planes futuros, problemas y autocrítica sin fundamento. Cuando eso pasa es momento de pararte, respirar y buscar el silencio.
Tranquilos, aunque la práctica del yoga le ha hecho mucho bien a mi vida, por desgracia, no he llegado a ese punto de meditación. Pero de lo que hablo tiene mucho que ver con la base del yoga: la consciencia.
Debe de ser que estoy a tres meses de cambiar de lustro o no. Tal vez solo sea que me planteo muchas más cosas que antes. No sé. O que en el último año me han salido un montón de canas (sólo perceptibles por mi ojo y el de mi peluquera). Pero lo cierto es que me estoy dando cuenta de que, por mucho que me guste mi trabajo, que me encanta, hay una parte de mi que me dice que me estoy olvidando de vivir.
Me queda, con suerte, por vivir otro tanto, y puede que un poco más, de lo que llevo vivido, y quiero hacerlo bien. No es que considere que lo anterior lo he hecho mal, pero lo que queda quiero que sea memorable. No quiero ser como esta gente que vive constantemente del pasado, de lo guapos que eran antes, de lo bien que lo pasaban antes, de lo bien que vivían antes. Antes ya fue; pasó. Y lo entiendo. Se pierde mucho en el camino, y no solo pelo. Perdemos la inocencia, la ilusión, nuestra imaginación, nuestra energía, etc. Y con la pérdida, como una etapa del luto más, viene la aceptación. Y yo acepto, si; acepto muchas cosas. Acepto que mis tetas no están a la misma altura que hace 15 años. Tough life! Acepto que me van a salir muchas más canas pero, ¿y lo bien que me quedará el rubio platino cuando eso pase?. Acepto que mis resacas duran 2 o 3 días ahora mismo, así que si tengo cosas importantes que hacer un lunes NO salgo el sábado (y si el viernes estoy cansada pues tampoco salgo), aunque fuese impensable hace un par de años. Acepto que no me ilusione por los hombres como antes (aunque esto creo que es una fase, y puede que esté en fase de negación). Pero me niego a perder la ilusión, y me niego a que mi vida sea trabajar, pagar facturas (a duras penas), estresarme porque trabajo mucho y pago mis facturas a duras penas, agotarme mentalmente, estar tan cansada que solo puedo pensar en dormir desde antes de salir de la cama por la mañana, encontrar tiempo para limpiar, comprar, cocinar, ver a tu familia y a tus amigos pero siempre con la cabeza en alguna parte más. Me niego a que los próximos 30 años de mi vida sean así.
Será por eso que tengo hobbies, demasiados. Será por eso que siempre me estoy formando más. Será por eso que siempre estoy planeando el próximo viaje. Y en esas pequeñas cosas busco el silencio. Pero algo me dice que en algún momento voy a necesitar un silencio mucho más estable...

"El silencio es el elemento en el que se forman todas las grandes cosas" Thomas Carlyle