miércoles, 23 de agosto de 2006

Ocupada viviendo

Tengo 27 años y todavía no he acabado mi carrera. Y no, no estudio una ingeniería, ni arquitectura, ni medicina, ni siquiera derecho; estudio una misera filología de cuatro cursos. La empecé cuando tenía 19, un año tarde porque me tomé un año para aprender inglés en Irlanda, aunque eso es otra historia... Ni siquiera quería estudiar eso. Siempre quise ser Traductora (además de escritora, claro). En aquel momento me pareció que era una buena opción: idiomas, literatura, ... parecía encajar en mi vida. Hoy por hoy es una tortura.
¿Por qué he tardado tanto?¿Es que no estudié lo suficiente?¿Acaso sufrí algún accidente que me dejó en coma un par de meses?No, nada de eso fue lo que pasó. Simplemente me aburrí, como siempre me pasa; me impacienté, también típico de mi carácter; y me dejé llevar por otras pasiones. En todos estos años, en los que nunca he abandonado la carrera del todo, me he independizado, he vivido con mi novio, he compartido piso dos veces y con dos compañeros de piso totalmente opuestos; he trabajado muchas horas; he sido pluriempleada y he estado en el paro. También me he deprimido para luego resurgir y tomar grandes e importantes decisiones en mi vida, como acabar la carrera; he dejado de fumar, y me propuse firmemente acabar con el pasado. He ganado amigos, y también he perdido alguno. He sufrido una pérdida enorme en mi vida: mi abuelo. He estado enferma, y también he cuidado de mi madre. He vuelto a Dublín y he conocido París.
Hoy vuelvo a vivir con mis padres, temporalmente, claro. Hoy sigo estudiando para terminarla, y esa es la única prioridad.
¿Me arrepiento? Nunca. El arrepentimiento es un sentimiento muy estúpido.
Ayer le preguntaban a mi madre si yo ya había acabado la carrera; le respondí: "Mamá, díle que he estado muy ocupada viviendo".
A juzgar por lo que he escrito así ha sido; y espero que terminar la carrera no me impida seguir haciéndolo, sino que me ayude a disfrutarlo más.

lunes, 21 de agosto de 2006

Todas tenemos un Big en nuestra vida

Todas tenemos un Big en nuestra vida del que nuestras amigas siempre nos previenen. "¿Te acuerdas de lo echa polvo que te quedaste la última vez?" es una frase que se repite intermitentemente a lo largo de nuestra vida.
Big es encantador. Tiene una vida excitante de la cual sabemos poco tirando a nada, lo que, por supuesto, la hace más excitante y misteriosa, y a él lo hace parece más encantador cada vez que se digna a compartir una milésima parte de ella con nosotras.
Big es divertido. A todo el mundo le gusta hablar con Big, y nosotras observamos extasiadas como fluye la conversación con todo el mundo menos con nosotras.
Big es elegante. Un día te sorprende diciéndote "Nena, hoy te voy a llevar de compras". ¡Oh Dios! Y el cielo se abre para nosotras al creer que nos vamos a convertir en una "preatty woman" moderna. Comenzamos la jornada. Mientras se dedica a mirar más ropa para él que para tí, nos deleita con comentarios del tipo de "es que eres tan poco femenina...", "no, pero tienes mucha personalidad...", "¿te vas a vestir así?¿Qué piensas que eres Björk?". Y nosotras, con esa estúpida candidez tan femenina pensamos: "Lo dice porque está loco por mi." Así que llegas a casa con una minifalda del ancho de un cinturón y unos tacones a los que sólo mirarlos te produce vértigo.
Big tiene éxito; tanto que no tiene un minuto para dedicarte a tí, y cuando lo tiene ahí estás tú, porque te has pasado semanas mirando al teléfono esperando a que sonase. (Tú, por supuesto, no lo llamas porque si lo haces vas a hacer que se sienta presionado y huya de tu lado...y eso no nos interesa).
Big tiene otras en su vida. Como lo intuyes, por no decir que lo sabes aunque prefieres ignorarlo, haces todo lo crees que ninguna otra le puede dar, desde ejercer de su exclusiva ama de casa, hasta darle masajes después de un día agotador, por no mencionar ponerte esa minifalda y esos tacones que tanto le gustaron para escuchar comentarios como "te están mirando todos, ¿no crees que vas un poco exagerada?".
Y es que Big es un inconformista. Hagamos lo que hagamos, Big nunca va a estar satisfecho.
Big está enamorado. Él y sólo él se puede dar el suficiente placer a sí mismo, y Big tiene una vida tan excitante que no hay cabida para nada más en ella. Nosotras estamos de paso, porque siempre aparecerá algo nuevo, más excitante; siempre llegará alguna otra que lo intente más, o que simplemente tenga otros recursos y habilidades.
Yo tengo un Big en mi vida. Y mi Big me dijo un día "Sé que no te haría feliz". Big le dijo eso a Carrie y, a pesar de todo, la ficción acabó como acabó. Y aunque la vida real es otra cosa, y aunque sé que un Big no es un dechado de virtudes, a veces todavía sueño que mi Big viene a buscarme y me dice "voy a intentar por todos los medio hacerte feliz".
Así de estúpidas somos las mujeres... o así de estúpida soy yo.

jueves, 17 de agosto de 2006

La importancia de las cosas

No he escogido el mejor día para comenzar con todo esto. Pretendía que fuese algo imaginativo, lleno de reflexiones sobre las relaciones interpersonales en clave de humor sarcástico, en el más puro estilo de esa heroína moderna que es Carrie Bradshaw. ¿Heroína?¿O quizás ególatra, neurótica, materialista, indecisa, y un largo etcétera de inmundos defectos?
Mi familia no se explica cómo puedo haberme enganchado a "esa serie" (utilícese un tono despectivo), y hasta hace un par de días yo tampoco me lo explicaba. ¿Qué hay de real en una serie como esa?¿Cómo puedo llegar a identificarme con ella?
A lo mejor es porque siempre he querido ser escritora, aunque no haya luchado lo suficiente por ello ni haya tenido la suficiente confianza en mis posibilidades.
A lo mejor es porque siempre he creído que la literatura, la bohemia o como quieran llamarlo, no está reñida con que tengas gustos caros; o porque también creo que no eres más superficial porque te guste usar tacones y maquillarte para salir de casa. La máscara de pestañas no me impide leer a Chomsky.
A lo mejor es porque yo, igual que Carrie, escojo mal a los hombres.
A lo mejor es porque, igual que Charlotte, quiero casarme y tener hijos.
A lo mejor es porque, igual que Miranda, quiero tener una vida profesional exitosa.
A lo mejor es porque, igual que Samantha...no, nadie es igual a Samantha.
Sí que tengo claro que en el siglo XXI en el que vivimos, los menores de cuarenta años hemos tenido que irnos a grandes núcleos urbanos para encontrar trabajo, o simplemente una vida que nos satisfaciese más. En ese contexto, nuestros amigos se han convertido en nuestra familia, en nuestro apoyo diario. Hemos creado vínculos muy extrechos con nuestras amistades a falta de otra familia.
¿Es eso lo que vemos en Sexo en Nueva York que hace que nos identifiquemos tanto? ¿O quizás es la búsqueda constante?
En la vida hay días para los Manhatans y Cosmopolitans, para los Malboro Lights, para los Manolo Blahniks, pero también hay días en los que saltas en la cama en mitad de la noche porque una amiga no puede dormir; hay días en los que acudimos en busca de un abrazo sin saber por qué; hay días en los que engañamos y nos engañamos; hay días en los que te sientes absolutamente perdida pero la llamada de una amiga que te necesita más de lo que te necesitas tú a ti misma lo cambia todo.
Hoy es un día de esos.