jueves, 24 de marzo de 2011

Enamorarse es muy fácil

Ya sé que soy algo contradictoria. Sé que, en muchas ocasiones, he dicho que enamorarme me lleva un tiempo. ¿Cómo puedo decir que es fácil enamorarse entonces?
Soy por naturaleza desconfiada, y sobre todo en estas lides del amor. Podría decir lo que dice todo el mundo: "He sufrido mucho", "me han hecho daño", etc etc; pero escojo no hacerlo, sencillamente porque creo que va implícito. Por eso me cuesta enamorarme.
También podría decir que es fácil enamorarse cuando crees que esta vez es la que va a funcionar, la que será de verdad, la definitiva. Pero no creo en ello, de la misma forma en la que no creo en Dios; porque no tengo pruebas de ello. Es más, tengo muchas más pruebas de todo lo contrario.
Enamorarse es lo más fácil del mundo, y si nos dejásemos llevar por nuestros instintos más básicos nos enamoraríamos varias veces al año, al mes o al día, dependiendo de cada individuo (hay individuos con sus instintos primarios muy a flor de piel). Enamorarse es increíble, y como ya dije en alguna ocasión, es como estar drogado. Todas tus emociones están a flor de piel; todos los sentimientos se magnifican; todo lo bueno lo multiplicas por cuatro y lo malo es como un cero a la izquierda, no cuenta. Y al ser como una droga, nos gustaría estar así perpétuamente...

Lo difícil viene un tiempo después....cuando los ceros dejan de estar a la izquierda, y dejas de encontrar una alineación cósmica en cada cosa que hacéis juntos o en todas esas cosas en las que coincidíis. Empiezan los desacuerdos y los desencuentros, y en vez de buscarle la única explicación lógica (un proceso químico-orgánico que va disminuyendo de potencia), nos centramos en buscarle tres pies al gato. Y así llegan más desencuentros...

En fin, no os voy a contar nada de este proceso que no conozcais por haber vivido ya o por aguantar a algún amigo/a pasándo por tan doloroso trance....

En lo que me quería centrar hoy es en que enamorarse es muy fácil, y que lo difícil es estar enamorado. Algunas de mis amigas dicen que tengo el don de encontrar siempre las palabras justas en los momentos justos. Me gusta una buena descripción, es cierto. Y es que con el paso de los años, y al enseñar idiomas extranjeros aprendes a diferenciar los pequeños matices de una lengua. Es cierto que ya no leo tanto como antes ni la mitad de la mitad de lo que debería, pero he aprendido a enriquecer mi lenguaje a fuerza de tener que explicarme. Y así es como he llegado a discernir entre enamorarse, el hecho puntual que dura más o menos tiempo, pero al fin y al cabo un proceso transitorio, y estar enamorado, un proceso más profundo que implica un conociemiento tanto propio como el de la otra persona mucho mayor.

Estar enamorado no es bonito. Estar enamorado no es fácil. Estar enamorado duele. Pero como pasas por todo ese duro proceso, las pequeñas satisfacciones que te reporta son las que hacen que valga la pena. Estas enamorado de una persona porque la conoces, y conocerla implica haberla visto en sus peores momentos; implica que, como eres la persona en la que más confías, te hace copartícipe de todo lo malo de su vida y su persona; todo eso que no compartiría con nadie más. Estás para las risas, pero sobre todo para las lágrimas, la ira, la frustración, ...Es así como llegamos a conocer a una persona, y no es plato de buen gusto.

Sin embargo, uno no aprende a caminar sin caerse y hacerse daño, ni a andar en bicicleta, y todos hemos tragado agua aprendiendo a nadar. Forma parte del proceso.Pero si resistes, si no abandonas, si sigues intentándolo un poco más, sabes que, posiblemente, te espere un premio mayor.

Al fin y al cabo, sin sufrimiento no hay gloria...

miércoles, 9 de marzo de 2011

Los infortunios de los valientes

Quizás he leido demasiada novela victoriana. Quizás me siento más influenciada, sentimentalmente hablando, por la Srta Austen que por el Sr. Disney. Por ello, quizás, busco más al caballero que todos prejuzgamos erróneamente, pues su porte arrogante y sus modales un tanto toscos escapan al entendimiento de todos, que no al príncipe azul de blanco corcel y brillante cabellera.

Quizás la novela victoriana no se aleje tanto de la actualidad....

Vivimos rodeados de convencionalismos, y nos dejamos dirigir por ellos. Tenemos miedo a ser juzgados, correcta o erróneamente, y por ello seguimos las normas dictadas por una sociedad que, aunque pretende ser avanzada, sigue, en el fondo, rigiéndose por los mismos valores opresores de antaño. Sólo que ahora incluso se disfraza más....

Igual que en las novelas victorianas, las relaciones interpersonales son escrutinadas, analizadas y juzgadas hasta el agotamiento. Y así, se supone que debemos encontrar una pareja adecuada, y no lo que uno entienda por adecuada, sino lo que entiendan todos los demás.

Eso sí, mientras no hay problemas en una pareja casi todo el mundo se reserva su opinión para la intimidad del hogar, y los incautos que se atreven a dar su opinión no tienen nada mejor para sustentarla que decir cosas como "no me gusta para tí", "no es suficientemente mailto:buen@%22,%20y un largo etcétera. Educaciones distintas, distintos niveles sociales y culturales, siguen teniendo la misma validez que antaño para juzgar si una pareja es adecuada o no...pero casi todo el mundo se mantiene callado.

¿Qué pasa cuando una pareja empieza a tener problemas o rompe? Pues que se abre la veda; y todo el mundo se siente más libre para opinar. Pero no sólo se ve eso, sino que hay algún tipo de gente que ve un flanco abierto por el que se puede entrar. Cuando hay problemas, la confianza suele mermarse, y eso es lo que estos carroñeros sentimentales ven ahí. "No era buen@ para ti", "yo creo que no te quiere lo suficiente", etc etc. Y como auténticos Grimas pueden llegar a emponzoñarlo todo.

Y gracias a esta diatriba, he llegado a comprender el significado de que "amar a alguien es de valientes". Es una guerra más que hay que lidiar; y como en toda guerra uno no sólo se enfrenta al enemigo propio sino que también lo hace con las circunstancias, la climatología, el terreno,.... Y con todo eso en contra, mantenerse en el campo ya es una batalla ganada.

Eso sí, a diferencia de las novelas de Jane Austen, no creo que el final feliz tenga que ser necesariamente una boda......¿Es este nuestro mayor cambio socialmente?