jueves, 29 de enero de 2009

Cómo llegué a la conclusión de que ya no quería un Big en mi vida


El momento de catarsis no ocurrió como con Newton y su manzana, sino que, como la buena cocina, se hizo a fuego muy lento.
Comenzó con una muerte, una escapada de mujeres a París y una recaída. Esos 3 momentos me llevaron a la firme decisión de que tenía que tomar las riendas de una vida que parecía un poco desbocada. Fueron muchas decisiones las que tomé en esos meses: volví a estudiar, dejé de fumar, empecé a hacer ejercicio y en general a cuidarme más. Pero había una cosa por encima de todas que sabía que tenía que arreglar: mi Big particular.
Desde nuestra ruptura había intentado por todos los medios demostrar que era una persona adulta y que podíamos mantener una relación a la altura de las circunstancias. Sin embargo, aunque yo había puesto todo mi empeño en encontrar el clavo con que quitar este otro clavo, no había obtenido resultados. ¿Es que algunos hombres tienen algún radar para intuir que puedes estar a punto de ser feliz? "¡¡¡¡Alarma!!!! Judith está a punto de encontrar la felicidad. Big aparecía por arte de magia con algún comentario ingenioso que me hacía creer que la llama seguía viva entre los dos. Así que ahí estaba yo, cansada de tanta incertidumbre, de verdades a medias, de tener en mi mesilla de noche la foto de un hombre y despertarme por la mañana con uno completamente distinto, de dormir en un sólo lado de la cama a pesar de tener cama de matrimonio, y gilipolleces por el estilo. Pero por encima de todo estaba cansada de estar sola y sentirme la persona más desdichada del mundo por ello.

Estaba muy claro: tenía una cuenta pendiente y tenía que resolverlo.


Ni corta ni perezosa planeé un viaje y una vida en torno a esa cuenta...


Cuando una se enfrenta a su pasado quiere estar maravillosa; pero cuando una se enfrenta a su Big quiere que piense que ha dejado escapar la mejor oportunidad de su vida. Que le vamos a hacer...las mujeres somos así de orgullosas.
Y aunque esa se convirtió en mi motivación inicial, pronto me mostró que estaba haciendo algo buenísmo por mí. Con ese pequeño acto de venganza recuperé una confianza en mí misma que casi creía perdida para siempre.


Y así, con el ego lleno y radiante por fuera y por dentro inicié el viaje iniciático definitivo en mi vida.


El primer encuentro fue raro, incómodo, como cuando te pones unos pantalones que antes te quedaban perfectos y que ahora te aprietan demasiado. Debí haberme quedado con esa primera impresión...Pero las mujeres tenemos esa capacidad para ponernos cualquier tipo de excusa a nosotras mismas: "Es que hacía mucho tiempo...", "Es que había puesto muchas expectativas en un sólo momento...", "Es que él también estaba nervioso..." ¿Por qué nos hacemos eso a nosotras mismas?¿Por qué nos gusta prolongar la agonía?¿Por qué somos tan reacias a aceptar que algo se acabe?
La agonía se prolongó un par de meses en los que fingí un poco más que era su amiga, en los que viví un desplante tras otro. Puede que me hiciese falta eso mismo para reaccionar, ya que como decía Oscar Wilde: "Las mujeres perdonan las injurias pero no olvidan los desdenes".
El desdén más grande fue el día que decidimos hablar previa notificación por mi parte: "Me he cansado de fingir que soy tu amiga". Para resumir: si algún hombre poco ducho lee mi blog que tome nota: "A una mujer de la que has dicho haber estado enamorado NO se le dice eres LISTA; NO se le dice eres BASTANTE ATRACTIVA; y por encima de todo NO se le dice ME GUSTAS. Y cuando te escribe una carta de amor NO se le responde "ES BONITA". Son insultos a una mujer inteligente, hermosa, y que te ha querido como nadie y que además lo ha plasmado con tinta y papel.
Me fui del café sintiéndome insultada y menospreciada por la persona que más había querido hasta ese momento, y me di cuenta de que sí me esperaba y me merecía algo mejor.


Y es que puede que haya chicas que no estén destinadas a quedarse con su Big.


He vuelto a ver Sexo en Nueva York, y desde luego me quedo con Aidan...Yo he puesto un Aidan en mi vida y me va mucho mejor así; claro que mi Aidan tiene el sex appeal del Big de Carrie! ¿No es la mezcla perfecta?

Ah!Y por si os lo preguntáis...no echo nada de menos a Big... prefiero al de ficción!;-)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, impresionante. Me gustado mucho esta entrada, no sólo porque me encanta cómo has llegado a done estás, sino también porque ahora mismo tengo la sensación de tener también un Big en mi vida. De hecho, me hace gracia, porque es una algo que aún pensé el otro día, claro que deseando terminar como Carrie. Porque, como bien dices, las mujeres somos muy reticentes a aceptar el final de las cosas.
Mi Big paticular me ha dado muy buenos momentos, pero también me ha hecho sentir la mujer más desdichada de la Tierra, y estoy verdaderamente cansada. Ahora sólo queda saber si romperé la maldición femenina y seré capaz de terminar yo, y sólo yo, con todo esto...
Por supuesto, soy Kattia (creo que ya lo habías adivinado, jejeje)

Anónimo dijo...

No, Aidan no es la solución. Deberá aparecer otro diferente en tu séptima temporada.