jueves, 17 de agosto de 2006

La importancia de las cosas

No he escogido el mejor día para comenzar con todo esto. Pretendía que fuese algo imaginativo, lleno de reflexiones sobre las relaciones interpersonales en clave de humor sarcástico, en el más puro estilo de esa heroína moderna que es Carrie Bradshaw. ¿Heroína?¿O quizás ególatra, neurótica, materialista, indecisa, y un largo etcétera de inmundos defectos?
Mi familia no se explica cómo puedo haberme enganchado a "esa serie" (utilícese un tono despectivo), y hasta hace un par de días yo tampoco me lo explicaba. ¿Qué hay de real en una serie como esa?¿Cómo puedo llegar a identificarme con ella?
A lo mejor es porque siempre he querido ser escritora, aunque no haya luchado lo suficiente por ello ni haya tenido la suficiente confianza en mis posibilidades.
A lo mejor es porque siempre he creído que la literatura, la bohemia o como quieran llamarlo, no está reñida con que tengas gustos caros; o porque también creo que no eres más superficial porque te guste usar tacones y maquillarte para salir de casa. La máscara de pestañas no me impide leer a Chomsky.
A lo mejor es porque yo, igual que Carrie, escojo mal a los hombres.
A lo mejor es porque, igual que Charlotte, quiero casarme y tener hijos.
A lo mejor es porque, igual que Miranda, quiero tener una vida profesional exitosa.
A lo mejor es porque, igual que Samantha...no, nadie es igual a Samantha.
Sí que tengo claro que en el siglo XXI en el que vivimos, los menores de cuarenta años hemos tenido que irnos a grandes núcleos urbanos para encontrar trabajo, o simplemente una vida que nos satisfaciese más. En ese contexto, nuestros amigos se han convertido en nuestra familia, en nuestro apoyo diario. Hemos creado vínculos muy extrechos con nuestras amistades a falta de otra familia.
¿Es eso lo que vemos en Sexo en Nueva York que hace que nos identifiquemos tanto? ¿O quizás es la búsqueda constante?
En la vida hay días para los Manhatans y Cosmopolitans, para los Malboro Lights, para los Manolo Blahniks, pero también hay días en los que saltas en la cama en mitad de la noche porque una amiga no puede dormir; hay días en los que acudimos en busca de un abrazo sin saber por qué; hay días en los que engañamos y nos engañamos; hay días en los que te sientes absolutamente perdida pero la llamada de una amiga que te necesita más de lo que te necesitas tú a ti misma lo cambia todo.
Hoy es un día de esos.

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