sábado, 1 de septiembre de 2007

Dignidad y orgullo

En las relaciones humanas es muy difícil derimir los límites del orgullo frente a la dignidad. Hay gente que opina que cada uno tendría que saber cuál es su límite. ¿Es eso cierto? ¿Marcamos nosotros mismos el límite de nuestro propio orgullo o de nuestra dignidad? Yo no lo tendría tan claro.

Lo cierto es que si supiesemos hacer esa diferencia, ¿existirían realmente esos dos términos?

El caso más evidente que muestra nuestras dificultades para identificar ambos términos lo encontramos en nuestras relaciones personales, y muy especialmente en nuestras relaciones de pareja. Dicen que tenemos que dejar nuestro orgullo a un lado pero sin dejar de tener dignidad. ¿Quienes son los que dicen eso? ¿Acaso saben ellos lo que es el orgullo y la dignidad?

Orgullo, para que conste, es, según la RAE, "arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles o virtuosas"; y la dignidad la definen como "gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse".

El problema del orgullo y la dignidad en las relaciones personales es algo que viene de lejos; ¿de dónde? No lo sé. Pero lo que sí sé es que Orgullo y prejuicio fue una obra muy popular en su época. Y es que, a pesar de hablar de familias de alta alcurnia hasta el pueblo llano (como se le llamaba entonces) se sentía identificado. Fue esta novela un pequeño gran best seller en su momento, y no creo que haya sido la crítica velada a la sociedad, ni la maestría con la que la Austen utiliza sutiles sarcasmos para hacer esa crítica. La historia de amor ayuda, por supuesto. Pero,¿cuál es la mayor prueba, o la mayor dificultad para ese amor?: el orgullo. Aunque no quiero entrar a hacer una crítica a uno de mis libros favoritos pues os mataría de aburrimiento.

No me quiero desviar. ¿Quién marca los límites?¿Cómo se sabe que no has sobrepasado los límites del otro?

La experiencia me dice que todos tenemos la misma tendencia: exceso de orgullo y carencia de dignidad. Es más, llegaría incluso a hacer una distinción de sexos aún a riesgo de que se me tache de machista, de feminista o de ambos. Los hombres tienen más tendencia a tener un exceso de orgullo, mientras que las mujeres preferimos la carencia de dignidad. Evidentemente no todos los casos son así, y esta es una generalidad muy grande, y lo cierto es que las mujeres cada día tenemos más tendencia a copiar los malos hábitos de los hombres en vez de perder los nuestros propios (¿eso significa que nos encontraremos en algún momento con mujeres sin dignidad y sobradas de orgullo? Es posible; las mujeres somos así de paradójicas).

Yo misma tengo tendencia a ser muy orgullosa, aunque creo que nunca he dejado que el orgullo me cegase a la hora de reconocer que no tengo razón. Eso, en mi opinión, no es ser orgulloso, es ser estúpido. Y a pesar de esa tendencia mía he tenido momentos en los que he perdido la dignidad. Lo peor de esos instantes es que, posteriormente, te has sentido orgullosa de haberla perdido porque creemos que es una cualidad mucho mejor que el orgullo masculino. Creemos, a veces, que perdiendo nuestra dignidad un minuto les vamos a mostrar lo muy equivocados que están ellos con su orgullo aguerrido. ¿Es eso cierto?¿Qué pasa cuando, a pesar de que perdemos nuestra dignidad, ellos no reconocen su error?¿Habremos perdido dignidad para nada?Y una vez que pasa eso, ¿cómo la recuperas?¿Se recupera?

Yo creo que no hay ser más estúpido que una mujer que se dice enamorada, y con ello me refiero a esas mujeres que justifican sus errores por haberlos hecho en el nombre del amor. ¿Es eso una justificación real?El amor no es una bandera; es algo intrínseco, y probablemente uno de los sentimientos más egoístas y ególatras que existen. Y eso no impide que sea algo maravilloso con el que no creo que podamos justificar estupideces que, como humanos, somos capaces de cometer.

Es difícil encontrar el término medio a cualquier cosa, ¿verdad?