miércoles, 19 de septiembre de 2007

Yo no necesito a nadie

Hubo una vez en la que un hombre del que estaba profundamente enamorada me dijo: "Yo no necesito a nadie". En un principio, como es lógico, no me lo tomé nada bien. "¿Qué cojones haré yo aquí a muchos kilómetros de mi casa con un hombre que me está diciendo que no necesita a nadie?". Claro que luego leí entre líneas, cosa que con él tenía que hacer muy a menudo (y no siempre tuve confirmación de que mis segundas lecturas estuviesen bien hechas... lo que las convertía en suposiciones en vez de leer entre líneas). Lo que quiero creer que leí bien entre líneas fue toda una declaración: "Si estoy contigo es porque quiero y por nada más". En aquel momento me emocionó pensar que una persona tan independiente y autosuficiente como él estuviese conmigo; y me sentí afortunada.

¿Pero es eso cierto? ¿Somos realmente afortunadas cuando no nos necesitan?¿Qué clase de relación se puede tener sin que haya una cierta dependencia?

La verdad es que no esperaba que yo fuese a pensar de esta manera nunca. Siempre creí que yo pensaría igual que aquel hombre. Pues bien, sí estoy con alguien porque quiero, pero también porque, ahora, lo necesito. Aún no entiendo muy bien la manera en la que lo hago pero lo hago.

Las relaciones son vinculantes, y los vínculos crean dependencia. Así, ¿cuándo no tenemos dependencia?¿Cuando no establecemos un vínculo real con esa persona? Yo creo que para tener una relación y "ser una pareja" (como diría Antonio Banderas en el anuncio de la tele) hay que establecer esos vínculos que nos hagan depender los unos de los otros. Tú dependes de tu pareja y tu pareja depende de tí.

El problema, en mi opinión, es establecer esos límites de dependencia. Porque hay que tenerlos. Y ahí cada pareja es un mundo. Evidentemente, cualquier cosa llevada al extremo no es buena. Yo creo que no hay vallar los límites de la pareja. Hay que tener amigos tanto en común como individuales. Hay que hacer cosas juntos pero también cosas separados. Está muy bien tener cosas en común, pero a veces es casi mejor tener cosas distintas, cosas que aportar el uno al otro. Hay que irse de vacaciones juntos, pero también pasar días separados para echarse de menos y tener ganas de reencontrarse otra vez. Para mí, hoy por hoy, esa es la justa medida.

Y la realidad es que casi la inmensa mayoría de las mujeres necesitamos algo más. Me explico. Yo, la cínica independiente, la incansable aventurera fascinada por hombres con los que hay que leer entre líneas, he sido conquistada por el hombre que me ha dicho de corazón: "¿Cómo te voy a dejar?¿Qué haría yo sin tí?"; el mismo hombre que me ha hecho responderle: "No, ¿qué haría yo sin tí?". Y es sólo una pregunta retórica. Ambos sabemos que sobreviviríamos el uno sin el otro. Tendríamos siempre cosas que hacer. Pero, ¿qué pasa emocionalmente? ¿No nos quedamos algo huecos? ¿No nos falta algo? ¿Cuánto tardamos en tapar ese hueco?¿Lo tapamos realmente?
Personalmente no creo que lo hagamos. Y la verdad es que tampoco voy a hacerlo. Soy mucho más feliz pensando que no sabemos lo que haríamos el uno sin el otro... Es cursi, lila, irracional y un pensamiento poco práctico. ¿Y a quién le importa? A mi no; y a él tampoco... Y eso, en realidad, es lo único que me importa.