sábado, 12 de diciembre de 2009

Los caballeros las prefieren rubias

Los colonizadores engañaron a los indios comprándoles sus tierras y todo aquello que poseían a cambio de baratijas, de abalorios y espejos. Los indios estaban fascinados por todas esas cosas brillantes que no sabían que eran y que creían que tendrían algún tipo de propiedad mágica. Los españoles, listos ya por aquel entonces (y digo listos con tono despectivo), practicaron esta artimaña sin el más mínimo remordimiento.

Pero si lo cierto es que no todo es blanco o negro en la vida, nos sentimos realmente atraidos por todo lo que brilla. Sí, somos todos como urracas codiciosas acechando y codiciando cualquier cosa que tenga más brillo que el resto.

Y esto es también aplicable a otros campos...

¿De verdad los hombres las prefieren rubias?? No, no creo eso a pesar de ser rubia. Sin embargo sí que tenemos poder de convocatoria, y creo que es sencillamente por el brillo. Para poner a prueba mi teoría, me he basado, primeramente, en los hombres en pequeñito: los bebés. Pongamos que casi dos tercios de todos los bebés que conozco o que simplemente me cruzo por la calle me miran con una gran fascinación, y lo cierto es que no tengo que esforzarme demasiado para conseguir una sonrisa por parte de ellos (¡¡me encanta hacerlo!!). Todas mis primas pequeñas han acariciado mi pelo con embobamiento diciéndome lo guapa que estaba; pero en la niñas hay un factor más: el pelo ha de ser rubio y largo, y así, sin darte cuenta te conviertes en una princesa Disney (para mi prima Martina soy la princesa Aurora, la bella durmiente para aquellos que no estéis muy al día del mundo de las princesas Disney).

Cuando los niños crecen un poco más, pasan a decirte que tienes el pelo "de color amarillo". ¡Es horrible!Pero para ellos es lo más normal de mundo... Cuando les intento enseñar a describir a gente en inglés, siempre les pido que me describan a mí: " You are tall and thin. You have green eyes and yellow hair". ¡Arrgggg! No sé cuántas veces les digo: "Not yelllow, blond, blond, blond". Pero a veces viene una de esas niñas un poco repollo que me alegra el día diciéndome: "Me gusta tu pelo amarillo, teacher". ¡Qué dulzura!

Pero una cosa sí es cierta: el efecto rubio es como el efecto chaqueta. El efecto chaqueta lo utilizábamos mis amigas y yo hace años, cuando íbamos de "caza", como le llamaba mi padre. Decíamos que si querías captar la atención no había nada como abrocharte la chaqueta para quitártela al entrar en un sitio. A eso le llamábamos el efecto chaqueta. El efecto rubio es distinto, ya que no entro en los bares como si fuese una anuncio de champú. Lo llevo puesto, es así y ya está. Entro en un bar y siempre soy LA RUBIA. Y aunque voluntariamente no quiera llamar la atención lo hago.

Supongo que tengo más encantos que saltan a la vista y de los que no voy a hablar hoy...

Pero ya lo decía Rita Hayworth: "Se van a la cama con Gilda y se despiertan conmigo".

Pero últimamente no me importa. Me siento muy bien siendo yo, y no me importa sacar del armario a Kim Novack, a Lana Turner y a Marilyn por una noche, porque como dijo una pelirroja ilustre: "No tengo la culpa de que me dibujasen así", Jessica Rabbit.

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