jueves, 28 de junio de 2012

Ojiplática estoy

¡Ah la tierna adolescencia! ¿La echo de menos? Para nada. No hay nada que me satisfaga más que haber crecido y ser cada día un poco más sabia aunque sea a costa de estar algo más quemada.
El bar que hay debajo de mi oficina está lleno de tiernos especímenes. No son lo que solíamos llamar adolescentes, pero empiezo a pensar que, según pasan los años, esta tierna edad se alarga cada vez más. Así que, aunque los invasores del portal  rondan los veinti pocos, por su comportamiento y forma de expresarse los considero púberes.
Es curioso observarlos, pero es más sorprendente oirlos, cosa que es imposible no hacer ya que su nivel de decibelios tumbaría más de algún medidor de la zona de bares de esta ciudad. Visten raro. Se peinan más raro todavía (no sé cómo pueden creer que el azul, el verde o el rosa son tintes de pelo que pueden quedar bien a alguine que no sea Krasty el payaso). Hacen que tocan la guitarra (los perros aúyan a 10km a la redonda). Y no tienen perros, tienen hurones.
Sin prejuiciar su aspecto, a veces atiendo a sus conversaciones, y voy más allá de pensar que los pobres muchachos y muchachas se han tragado un megáfono, porque aquí los más guays de los grupos son a los que más se les oye. De hecho, creo que si no pudiese ver llegaría a la oficina sin problema sólo escuchando sus gritos. Sus conversaciones....¡Ahh, sus conversaciones! Dominan el koruño a la perfección (nivel experto pondrían en su curriculum o bilingüe): "Chorbo, esta noche garimbeamos,¿no?"; "Buah, qué movida neno". Pero ojo, que me llaman señora con mucha educación. Y cuando lo hacen me muerdo la lengua y pienso que espero que no tengan que pasar por mis manos en algún momento, porque les pienso devolver lo de señora con creces.
Hace unas semanas me dejaron una fantástica perla: "Chorbo, la mesa está tuerta". Ojiplática me quedé. No sabía yo que las mesas tuviesen ojos. "Debe ser una nueva evolución...Si las paredes tienen ojos y oidos, ¿por qué una mesa no puede?", pensé. ¡Pobre de mí! Y yo que me sentía tan joven y tan al día....
Y cuando casi pensaba que todo estaba perdido, el otro día escuché a una muchacha: "Buah, aluciné. No me lo creía. Ojiplática es la palabra". No salía de mi asombro. Y a día de hoy no salgo de él o si no no estaría escribiendo sobre ello...
Así que moraleja: Antes de juzgar a nuestros tiernos menores, y de pensar que no tienen remedio, y que vaya futuro nos espera si lo dejamos en sus manos, recordemos que nosotros fuimos un día así, y que no fue hace tanto. Mi padre llevó pantalones de campana, yo llevé plataformas y me maquillaba tan mal que hoy en día me pararían en la calle y me preguntarían ¿cuánto?. Dejémoslos crecer y, como dicen ellos, engorilarse, que algún día ellos mismos rascarán y sacarán lo que tienen que sacar. Eso sí, recordemos también que en todas las generaciones siempre nos encontramos con adolescentes de 40 años también.

2 comentarios:

SVS dijo...

Me ha encantado leerte. Saludos.

SVS dijo...

Me ha encantado leerte. Saludos.