martes, 4 de septiembre de 2012

Hoy voy a creer en el karma

Yo no voy a ser hiriente. ¿Acaso sirve de algo serlo? A mí no.
Lo mejor y lo más sencillo y a la vez más difícil (la vida está llena de paradojas...) es cambiarlo todo; empezar de cero y obviar que ciertas cosas ocurrieron alguna vez. Dicen que Dios perdona pero no olvida, y yo, aunque atea, siempre me he reconocido en esa frase. Dicen que de los errores siempre se aprende, pero yo soy capaz de tropezar muchas veces con la misma piedra, siempre con el mismo pretexto: el AMOR.
Mi madre me decía hace poco que no debes de arrepentirte nunca de las cosas que has hecho por amor, sean buenas o malas. Y me parece que tiene mucha razón...como siempre. Pero para una mujer tan pragmática en todo en su vida, tener esta gran contradicción y dejarme ir a ciegas en el amor es algo que, cuando se acaba, me deja completamente vacía y desesperanzada. ¿Tanto puesto en una sola persona? ¿Para qué? Si al final sólo estoy yo y mis sentimientos, mejor o peor parados. Si sólo quedan buenos recuerdos muy empañados por los malos.
Pero esta vez el cuento parace ser muy distinto. Esta vez la mala soy yo. No importan mis motivaciones, ni mis sentimientos, ni si a mí me hicieron daño también. La mala soy yo.Y eso me desconcierta más.
Y es que todos al final tenemos memoria selectiva. Nos acordamos de lo bueno cuando no debemos, y de lo malo cuando ya no tienes la última palabra. Nos frustra, y queremos dar muchas más explicaciones de las necesarias. ¿Para qué, si ya estaba todo dicho?
Hace años haría las maletas y me iría lejos. Era lo mejor, y lo más fácil. Nada te recuerda a nada, y creamos nuevos recuerdos de cero. Ahora, soy más adulta, y tengo responsabilidades. Sin embargo, también intuyo que tampoco me haría feliz. Huir no es una opción. No tengo nada de lo que esconderme. Y aún así ahí está, ese sentimiento de que a lo mejor podría haberlo intentado más, pero que 2 segundos más tarde se disipa facilmente.
Esta vez estoy yo y mis pequeños cambios (además de arreglar el desaguisado en el que me he quedado). Esta vez no tengo miedo de lamer mis heridas en público, porque si algo sí que sé ahora que soy adulta es que doy el 300% de mí misma cuando estoy enamorada. Soy capaz de renunciar a muchas cosas por amor; por uno que valga la pena. Pero tal vez, esta vez haya aprendido una lección. Tal vez la próxima vez que me enamore daré un 150% de mí misma para no volver a correr el riesgo de olvidarme de quién y cómo soy, y no hacer nada que no me haga sentirme orgullosa de mí misma.
Es cierto que de toda historia siempre hay 3 versiones: la mía, la tuya y la verdadera. Y aunque puede que yo no sepa muy bien cuál es la verdadera, hoy voy a creer en el karma...porque el karma síempre sabe quién tuvo razón y quien no.
Lo cierto es que no en todas las historias la culpa se reparte al 50%.

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