viernes, 30 de noviembre de 2012

Si los mayas tuviesen razón

¿Qué pasaría si el fin del mundo estuviese cerca? ¿Qué harías si tus días estuviesen contados?

Según los mayas el fin del mundo será dentro de unas semanas. No es a la primera profecía que sobrevivimos; pero ¿y si fuese verdad?

He preguntado, y las respuestas son variopintas: No pensar. Beber como una cosaca. Tirarse de la estratosfera. Dormir. Estar con la gente que quieres. Decir lo que piensas. Todas tienen un denominador común: ser libre, o sentirte libre. Así que yo me pregunto, ¿a cuánta libertad renunciamos a lo largo de nuestra vida?

Cada uno tiene su idea de lo que significa ser libres. Para unos la libertad está ligada a un estatus social, económico o civil. Su libertad depende de cuántos ceros hay en la cuenta o de si en su DNI pone soltero o no. Otros dicen que la libertad, como la felicidad, depende de las cosas pequeñas. Una sonrisa cuando llegas a casa, no tener oficio ni beneficio, tener el mundo por montera o sentarte a tomar una copa mientras el mundo entero se desmorona. ¿Son estas cosas incompatibles?

Me he sentido muchas más veces atada que libre. Más que atada condicionada; condicionada por la expectativas de los demás sobre mí, por mis expectativas sobre los demás, por mis expectativas sobre mí misma. Defiendo y enseño que tener metas en la vida es necesario, pero me pregunto si no es un error dejar que esas metas rijan tu vida. Por mucho que últimamente me vea capaz de improvisar más, si pienso que el fin del mundo puede estar cerca, me planteo si no me estaré equivocando en ponerle un rumbo rígido a mi vida. Dos minutos más tarde ya estoy convencida de que es lo que tengo que hacer....

Sin embargo, si los mayas tuviesen razón, mis tornas cambiarían por completo. Cometería todos los excesos que ahora no cometo; cometería todos los errores que tengo miedo a cometer; cometería una y otra vez errores que me he prometido no volver a hacer; esos errores que ahora no me dejarían seguir adelante en mi camino. Pero si no hay camino.... Le diría a todo el mundo que me importa que lo quiero. Pediría perdón por haber hecho daño a alguien. Y también pondría en su sitio a algunas personas. Dejaría de trabajar pero enseñaría todo aquello que he aprendido y que pueda servir de algo cuando el mundo se acaba. Amaría tanto que doliese.

Todo son cosas que ahora, si el mundo no se acaba, no me puedo permitir. Ni material ni emocionalmente. No vivo contenida, pero sí trabajo duro en busca de un futuro mejor. Pero si el futuro no llega, ¿me arrepentiría de algo? No. El pragmatismo es lo que tiene. Tus decisiones son meditadas y sopesadas para que no tengas que arrepentirte de ellas, ya que sabrás a ciencia cierta, que de todos los caminos posibles escogiste, sin duda, el correcto. Aunque el camino correcto no siempre sea el más fácil

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