lunes, 12 de enero de 2015

Yo no soy una naranja

No pensaba yo escribir sobre nada tan profundo como la maduración del ser humano, no. Tenía pensado un artículo sobre el vestido de la Pedroche y como una recua de pseudofeministas se dedican a llamarla, y cito, "wuarra, y bulgar" (que digo yo que tendrán otras cosas más importantes por las que preocuparse que si Pedroche enseña las bragas en televisión...). Pero no.

Puede que sea porque mi mayoría de edad absoluta se acerca (cumplo 18 en cada pata dentro de 3 semanas), o porque tuve un fin de semana más intenso de lo esperado en cuanto a conversaciones "profundas" se refiere, pero hoy dejaré a un lado a la jovenzuela Cristina, sus bragas y sus analfabetas detractoras y os hablaré de madurar.

¿Qué es madurar? Caer del árbol. Punto. Y eso sólo lo hacen las frutas. Así que a no ser que te creas una naranja (hay mucha gente que se cree media naranja en este mundo... Yo creo que deberían hacerse mirar los niveles de litio...) no vas a madurar. Cuanto antes lo asumas mejor.

Aún así, hay mucha gente a la que se le llena la boca diciendo "es que eres inmaduro", "aún no has madurado" o "¿cuándo vas a madurar?". ¿Qué es lo que nos están intentando decir? ¿Es que a ellos, como si fuesen Newton, les ha golpeado alguna fruta en la cabeza mucho antes que a mí? Normal por otra parte. No tengo la costumbre de echarme la siesta bajo un manzano.

Dicha gente, en muchas ocasiones, son aquellos que tienen hijos (uno de los rasgos de la madurez según alguien...). Ayer, sin ir más lejos, estaba sentada en una terraza viendo a un padre enseñar a su hijo a pegar balonazos en el medio de una ciudad a una altura que podrían romper las ventanas de un tercer piso. Por supuesto, dichos balonazos del padre que peinaba canas acabaron cayendo sobre mí. ¿Madurez? ¿En serio? También están esos padres que van a los partidos de fútbol de sus hijos a insultar a árbitros adolescentes. ¿Madurez? ¿En serio? Gente con trabajos serios, hipotecados, con coches, hijos, casados, etc Así que mucho me temo que el valor familliar, posicional, socio-económico, etc no es un índice, en mi opinión, con el que medir la madurez.

¿Cómo se mide la madurez? ¿Quién puede decir lo que es maduro y lo que no? Personalmente, por si no os habíais dado cuenta ya, odio ese término. Yo no soy una naranja y punto. Creo que hay gente que aprende y gente que no. Gente que sabe utilizar lo aprendido y gente que no. Punto. Y sí, estoy siendo muy categórica, porque es cierto que con los años nos volvemos menos tolerantes. Voy poniendo en sobreaviso porque dentro de 3 semanas estoy ya más cerca de los 40 que de los 30.

Me encanta cumplir años. "Es bueno", decía Carlitos. "Señal de que sigues vivo". Puede que tenga que ver con lo que mi hermano llama síndrome de Dorian Gray. Aparento, probablemente, diez años menos de los que tengo. Y no dicho por mí. Es un estudio sociológico que mi miniyo lleva a cabo (puede que me acabe convirtiendo en su proyecto fin de grado). Creo que es porque me gusta vivir. Me gusta disfrutar y cada vez un poco más. Me siento libre para poder hacer lo que quiero y cuando quiero. Bueno, más o menos... Veo ropa que me gusta; no pienso si es adecuada para alguien de mi edad. Y por cierto, ¿cómo se viste alguien de mi edad?

Hay muchas cosas que todavía tengo que hacer: bailar bajo la lluvia, saltar en los charcos, gritar hasta quedarme afónica, escribir un libro o dos, tener un huerto, tener un perro o dos, disfrazarme de Madonna (like a virgin, of course), seguir riéndome hasta que me duelan los mofletes y tenga agujetas en la barriga, querer tanto que llores por ello, viajar a Estados Unidos y recorrerlo de punta a punta, y tantas cosas más que podría estar todo el día escribiéndolo.

Pero mucho me temo que soy una "persona madura" con sus obligaciones, un trabajo muy exigente, una casa que limpiar, familia y amigos a los que cuidar, y ahora mismo me voy a trabajar. Aún así, llamadme niña, llamadme inmadura, que nunca, nunca dejaré de soñar, de reír, ni de bailar

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