jueves, 23 de abril de 2015

La verdad

Si algo me pone los pelos de punta es oír a alguien con quien no tengo excesiva confianza la frase "yo es que soy muy sincero". Creo, sinceramente, que la honestidad está, por una parte sobrevalorada, y por otra mal entendida.

¡Qué le vamos a hacer! Pero yo hoy también voy a ser totalmente sincera. Me pone enferma la gente que porque es "sincera" se permiten decirte cosas hirientes del tipo "¡Cómo has engordado!", "¡Qué delgada estás! ¿Estás enferma?". Y es que tengas la talla que tengas, estas cosas te duelen.

Parecía que este era territorio de señoras de más de 60 años o niños hasta las 14 años máximo, pero cada vez más, observo que este comportamiento ha sido aprehendido por todas las generaciones. Debe ser como un virus que se propaga en el aire. El virus de la verdad. Pensadlo bien, ¿qué es lo que nos traería de bueno? ¿No os encantaría oír lo que gente que os importa una mierda tiene que decir sobre vosotros y viceversa? ¿Qué ha sido del no hay mejor desprecio que no hacer aprecio?

Quizás soy una falsa, pero al menos soy educada y procuro no herir los sentimientos de nadie, ni siquiera los de la gente que me importa una mierda. ¡Qué le voy a hacer! ¿Soy una pringada por ello? ¿Me hace peor persona? Pues que queréis que os diga, pero yo creo que no. Creo que es más que lícito dejar a la gente vivir en su nube, de la que ya bajarán si ellos quieren. Creo, además, que no todos somos iguales y que vivimos las cosas de maneras dispares y sentimos de formas distintas, y que por mucho que no sea nuestra intención herir a alguien lo podemos hacer.

Dice la Real Academia de la Lengua que la empatía es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. La empatía es necesaria para todo. No sólo se trata de una nueva táctica de marketing, ni una de las palabras más usadas en el ámbito de los recursos humanos, sino que la empatía nos hace humanos. Sin ella simplemente seríamos robots sin sentimientos, podríamos vivir aislados de todo el mundo ya que nos importaría un huevo lo que opinen y sientan los demás.

Veréis, no soy una persona muy afectiva y tiendo a ser muy poco demostrativa. Pero sé mostrar cariño de otras formas. Y no sólo eso, sino que la gente que me conoce sabe que cuando doy alguna muestra de cariño es de lo más sincera. No sé fingir un abrazo. O lo doy de verdad o parece que llevo un palo de escoba metido por salva sea la parte. Y algo cambió el fin de semana pasado. Una serie de eventos me hicieron sentirme más cercana a la gente que quiero de lo que hacía tiempo me sentía. Abracé con absoluta sinceridad, dije te quiero de verdad y no sólo "yo a tí también", me preocupé por quien creo que lo necesita y se lo merece, y escuché a quien lo necesitaba.

No toda honestidad es verbal. La sinceridad más absoluta se demuestra con hechos, y no se dice con palabras. Las palabras sobran; las palabras hieren; las palabras confunden. No pierdas un ápice de tu tiempo en "ser sincero" usando palabras que no sean las que de verdad sientes. A la gente no le importa lo que pienses; lo que realmente importa es lo que sientes, y para eso no necesitas palabras.

La vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, por eso yo no perdería el tiempo.... Sé que no he dicho te quiero lo suficiente últimamente, ni he abrazado de verdad en exceso, pero lo he empezado a cambiar. Da miedo pensar en querer a alguien demasiado; nos hace vulnerables, débiles; pero también es lo que te hace ser y querer ser mejor.

Por si no lo sabíais: OS QUIERO! (Ya sabéis quienes sois....)

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