miércoles, 7 de octubre de 2009

No ofende quién quiere sino quién puede

O al menos eso es lo que dicen... pero también que no se consuela quién no quiere.



Y es que hay gente que tiene por norma, o incluso casi por hobby, ofender escudándose en el tan manido y pobre "yo soy así".



Hay gente que ofende inconscientemente, bien por ignorancia bien por una mal entendida confianza. El típico "cómo has engordado", "qué mala cara tienes" o "se te ve mayor". ¡Por Dios! ¿De verdad no se dan cuenta? Yo creo que en el 80% de los casos lo hacen por joder. ¿En qué cabeza cabe que tales comentarios se hagan con toda la buena intención del mundo?



Y siguiendo las instrucciones del refrán que da título a esta entrada se supone que nosotros tenemos que hacer oidos sordos. Entonces, ¿quién habrá creado un refrán como ese? Para mí que fue el mismo que dijo lo de "poner la otra mejilla". Y yo, la verdad es que de buena cristiana tengo muy poco, así que no comulgo con ninguno de los dos...más bien no comulgo con nada.



Acepto que el tiempo nos pone a todos en nuestro sitio, y que si no interferimos en ese proceso todo sigue el curso lógico de las cosas. Puede que perdiendo la paciencia ante este tipo de actos interfiera en el continuo poner-a-un-cabrón-en-su-sitio tiempo; así que, por si acaso, me voy a moderar.

Pero lo cierto es que hay gente cabrona, maleducada y con tan poca clase que a veces me dan ganas de darles algo más que la callada por respuesta y esperar que el tiempo haga su trabajo.

Y a esos no necesito que el tiempo les encuentre un sitio, pues sé perfectamente cuál les pertenece: el espacio que hay fuera de mi vida. Y si algún día flaqueamos y creemos que igual fuimos injustos o demasiado duros al colocarlos ahí, seguro que habrá algo que rápidamente te recuerde por qué pertenecen a ese sitio

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