domingo, 9 de septiembre de 2012

La dura vida de la mujer trabajadora y soltera

Asumámoslo. Ser soltera y trabajadora hoy en día no es plato de buen gusto.

Analicemos todos los hechos:

1. Es cierto que tenemos libertad para hacer nuestros planes y nuestra vida como nosotras queramos. No tenemos que contar con una segunda opinión, ni tener que llegar a un consenso más que con nosotras mismas. Hay ciertos placeres como llegar a tu casa y que se encuentre en el mismo estado en que la dejaste, o que nadie monopoliza el mando de la tele. Pero a la hora de la verdad trabajamos como burras 50 horas por semana y estamos tan reventadas cuando llegamos a casa que no nos apetece ni limpiar, ni cocinar, ni ver la tele. Personalmente, vivo en un bucle de trabajo-casa (o más bien diría cama) del que ni sé ni quiero salir.

2. Cuando estás en pareja tu aspecto físico no es tan importante. Si bien es cierto que siempre he defendido que esto es un error dentro de la pareja, lo cierto es que pelos más pelos menos, al macho ya lo impresionaste al principio y ahora se va a lo que se va. Es más, en pareja descubres que te encuentran más sexy recién levantada, con chándal o con pintas con las que el macho desconocido ni se atrevería a mirarte a la cara. Así que te acomodas. Siendo una mujer soltera tienes que estar siempre presentable para la acción, ya que nunca sabes cuando puede llegar tu ocasión. Por no hablar de la presentabilidad de tu casa (sábanas limpias, desagües libres de pelos,etc).

3. Lo más importante: el macho lo tienes en casa. No hay que salir a buscarlo. Desde luego, una cosa está clara: si te quedas en casa sentada no va a aparecer un hombre dispuesto para lo que sea, desde sexo a hacer labores del hogar por tí. Así que tienes que lidiar con todo tu cansancio y las pocas ganas de sociabilizar y salir a la calle. Eso sí. Siempre hay alguien que te dice: "No vas a encontrar al hombre de tus sueños en un bar por la noche" (Ese alguien siempre está en pareja...claro). ¡Coño! ¿Dónde lo voy a encontrar si trabajo 50 horas semanales y me paso la vida del trabajo a casa? Para colmo de mis males, soy autónoma y no creo que sea ético intimar con empleados ni clientes, ¿no? Entonces, ¿qué me queda? ¿Esperar a que llegue algún comercial a venderme algo y salte la chispa? ¿Que por obra de gracia me pida una cita?

No creo que se nos vaya a pasar el arroz, y la verdad que no es eso lo que debería preocuparnos; pero lo cierto es que al final de una semana agotadora todas queremos un poco de cariño, de calor humano, que nos hagan la cena y que nos digan lo sexys que estamos al levantarnos por la mañana en pijama y sin ser capaces de articular palabra.

Como me dijo una amiga, con una situación peor que la que describo ya que es soltera reciente, trabajadora y madre, "somos una página en blanco". ¡Pero coño, sí que cuesta escribir la primera línea!

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