viernes, 11 de diciembre de 2015

La mentira

Ya que estamos en plena campaña electoral me he visto obligada a hacer reflexión; pero como mi voto ya lo tengo bastante meditado me he propuesto haceros reflexionar a vosotros.

Sabéis que no soy muy fan de decir la verdad en todo momento, ya que lo considero una falta de educación. Creo firmemente que no hay necesidad de compartir absolutamente todo con otras personas. Eliges qué contar, a quién contarlo y cómo. A eso le llamo tener filtro. No todo el mundo es apto para oír todo lo que tienes que decir. Es una simple cuestión de empatía. Puedes elegir no herir sentimientos, o puedes decidir que la persona que tienes enfrente no merece tu confianza. Para eso tenemos la omisión. ¿No es lo más justo? Ya, pero al menos es menos ofensivo que la mentira.

La mentira ofende, y me temo que mucho más que la verdad. ¿ No os habéis parado a plantearos lo que implica una mentira? Alguna vez he mentido. No han sido muchas veces, pero cuando lo he hecho ha sido una mera cuestión de cobardía. Temes la reacción de la otra persona o, en el mejor de los casos, temes herir sus sentimientos. Es el miedo, al fin y al cabo, el que te lleva a mentir. ¿Y qué sientes cuando te mienten a tí? Personalmente, y creo que mi opinión será compartida por más de uno, hace que sienta que la persona que tengo enfrente me crea lo suficientemente estúpida como para no descubrir jamás la verdad escondida tras esa falacia.

Hay quien cree en las mentiras piadosas. ¿Perdona? ¿Qué te crees Joaquín Sabina? No necesito la condescendencia de nadie, ni que me traten como si fuese una pobre florecilla que no es capaz de asumir que la vida no es siempre bonita o que no siempre voy a oír lo que quiero. La demagogia es para los débiles mentales, y yo, aunque a veces quiero que me bailen el agua, al menos quiero sentir que hay algo de verdad tras todo ese discurso.

Una vez me dijeron ya no me gustas. Dolió. Sí. Mi ego quedó un poco tocado, pero resultó mucho más fácil superarlo. Me dije a mí misma Supéralo en el momento en que acabó de pronunciar la frase. Y ese día no me cayó ni una lágrima, y por esa persona no me volvió a caer ni una más. Le agradecí que no alimentase mis pajas mentales. Fue mucho más simple e indoloro de esta manera, tanto que a día de hoy me sigo llevando bien con él.

Cuando se trata de una mentira, no dejéis que ningún tipo de dialéctica barata os haga creer que no es mentira, porque si lo pensáis bien es sólo una mentira engendrando más mentiras. Mentir es un círculo vicioso del que es muy difícil salir. Si sois vosotros los que lo hacéis haréis casi cualquier cosa para taparlo; si os mienten a vosotros, os engañaréis de cualquier manera para no pensar que os han creído lo suficientemente estúpidos como para no averiguar la verdad.

Estéis del lado del que estéis, sed valientes y asumid las consecuencias de engañar o vivir engañados. Vivir así es una pérdida de tiempo.

Tenedlo en cuenta a la hora de reflexionar sobre vuestro voto, o sobre la vida en general. Puede que os sirva de algo...



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