lunes, 18 de septiembre de 2006

Adicta al romance

Hoy vi el último capítulo de Sexo en Nueva York. Ya lo había visto, pero no me pude resistir... A pesar de ser un final algo predecible, no deja de ser por ello un final perfecto, en mi opinión, claro.
Cuando Carrie deja al ruso le dice que ella está buscando el amor, un amor, dice, "arrollador e inadecuado". ¿Quién no busca una amor así? Dice también que quiere ese amor que dure para siempre, esa clase de amor tan trágico sin el cual no puedes vivir, sin el cual crees ahogarte. ¿Es ese el amor que nos merecemos? ¿Es ese el amor que nos hará felices?
También es cierto que no todos tienen ese tipo de necesidad de amor. No sé si es una cuestión de carácter, de madurez, de edad, pero lo cierto es que hay gente que necesita un amor más tranquilo y estable.
Yo creo que el perfecto amor, si es que existe, es aquel amor inadecuado que primero te arrolla y luego te ahoga, para de repente volverte a la vida, y convertirse poco a poco en ese amor tranquilo y estable, con la madurez propia de quien sabe donde está y lo que quiere. Y es eso por lo que creo que el final de la serie es perfecto.
Carrie viaja para descubrir que ese no es su sitio, que ya no quiere más aventuras, que sabe quién es, y con quien quiere estar. La pérdida de su collar es algo muy simbólico, casi metafórico. Carrie se pierde para volverse a encontrar. El final perfecto no es que acabe con Big; no es que Big le diga que "ella es la única". El final perfecto es que Carrie vuelve a su casa, vuelve a su hogar, New York, con su familia, sus amigas, de la mano de Big.
El amor no es sólo tener una pareja que te quiera y tú la quieras; el amor es algo parecido a lo que le dice Big a las chicas: "Vosotras sois sus grandes amores, y yo sólo aspiro a ser el cuarto, con vuestra bendición". Porque el amor no es completo si no tenemos con quien compartirlo y quien nos recuerde lo afortunados que somos por tenerlo.
Puede que, quizá, sea una avariciosa de amor. Yo prefiero pensar que soy adicta al romance, aunque prefiera disfrutarlo en dosis pequeñas. Me gustan todos esos preliminares estúpidos y tontos, propios de quinceañeros. Me gustan todos los juegos con los que se incia el cortejo: las miradas, los roces, las sonrisas, los celos, los miedos,... Me gustan los besos interminables que hacen que te tiemblen las rodillas, y que mientras me besan me acaricien la mejilla.
Aparentemente no son grandes cosas, y sin embargo, es lo más difícil de encontrar. Es esto lo que me gusta; es esto a lo que soy adicta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

somos demasiado adictas al romance, pero el romance es lo que nos hace estar vivas, non si? bicos desde un lugar cercano a la mancha